De sabios es reflexionar...



"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta", solía decirme. "Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos, no sabes hacia dónde te arrastrarán".

Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien

domingo, 29 de agosto de 2010

Nómadas

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Esta no es sólo una canción, es mucho más, es un ejercicio de autoestima, es un homenaje a uno mismo, es el diálogo que he mantenido conmigo mismo, encontrando en mí mismo un amigo, alguien a quien contárle todas estas cosas, alguien a quien hacerle saber que vale, y mucho, y que a pesar de sus circustancias, de su historia, de su "caminar", debe sentirse de orgulloso de lo que es y de lo que hace, y hacerle ver que aún quedan muchas más cosas que vivir juntos...





Mira compañero, que el camino no se acaba, 
mira amigo mío, yo quien más desesperaba,
puedo mirar al frente y seguir desesperando,
puedo seguir jodido, mientras sigo caminando.

Que el camino no se acaba, y aunque ya no hay vuelta atrás,
de los errores se aprende, y de las puñaladas, más.
¿Y cuántas puñaladas llevas ya en el corazón,
y aunque a veces medio loco, y perdiendo la razón,
vamos caminando sin volver la vista atrás,
vamos recorriendo nuestro camino sin más?

Poco a poco, amigo mío, encontramos el lugar,
en el que nuestra vida deseamos amarrar,
y casi sin darnos cuenta encontramos el motivo,
de ver que ese lugar es un furioso fugitivo,
que se nos escapa de las manos al pasar,
que no conseguimos nunca jamás agarrar,
que se burla de nosotros sin parar,
que se pierde en lontananza para ya no regresar…


Ese es nuestro lugar,ese es nuestro destino,
nómadas sin descansar, nuestra casa es el camino,
por amiga una guitarra, y en nuestra salita de estar,
un buen árbol centenario, donde poder reposar,
el lavabo un riachuelo,como espejo servirá,
el reflejo de la fuente,aún sin nada que mirar,
y en la noche las estrellas,y la luna alumbrarán,
nuestra modesta camita, en un parque o en el mar,
y por la mañana pronto, sonará el despertador,
ese sol incomprensivo, nos recuerda sin pudor,
que ha amanecido de nuevo,que comienza un día más,
ahora toca levantarse y volver a caminar,
nómadas en cualquier parte,nómadas sin un lugar…

Mira compañero,ya encontramos el lugar,
nuestra querida morada, nuestro casa, dulce hogar.
El lugar es cualquier parte,allá dónde quieras ir,
y cuando llegues a viejo, siempre podrás presumir,
de vivir en mil lugares,y en ninguno desistir,
de seguir buscando un sitio,y cuando nos toque morir,
diré con la cabeza bien alta,que el más grande fue mi hogar
y mi familia la gente,que encontré en mi caminar.

Y he aprendido, amigo mío,que debes desconfiar,
que cualquiera te la juega,te apuñala sin dudar,
pero eso no es lo más importante,lo importante es mucho más,
lo importante no es la herida,lo importante es no parar,
lo importante es seguir viviendo,lo importante es no dejar
de seguir siendo tú mismo,de seguir siendo capaz,
de aprender de lo vivido,de poder volver a amar,
de ser cada día más listo,de no ser nunca jamás,
el blanco de las mentiras,el idiota que atacar,
lo importante es ser más fuerte,lo importante es ser mejor,
y saber bien lo que vales,conocer bien tu valor,
y quien te cambie por otro,que se joda, el sabrá,
que ha perdido, y qué gana,solo él se lo perderá,
y seguir viviendo libre,y seguir creciendo más,
para demostrar al mundo,que no eres como los demás,
que eres un tesoro perdido,una joya por encontrar,
despreciado sin motivo,siempre buscando un lugar,
donde sentirte querido,donde quieran aceptar,
que tú puedes darlo todo,y también recuperar,
un poco de lo que has dado,aunque te lo hayan robado,
aunque lo hayas regalado,un corazón que habitar…

Poco a poco, amigo mío, encontramos el lugar,
en el que nuestra vida deseamos amarrar,
y casi sin darnos cuenta encontramos el motivo,
de ver que ese lugar es un furioso fugitivo,

que se nos escapa de las manos al pasar,
que no conseguimos nunca jamás agarrar,
que se burla de nosotros sin parar,
que se pierde en lontananza para ya no regresar…



Ese es nuestro lugar,ese es nuestro destino,
nómadas sin descansar, nuestra casa es el camino,
por amiga una guitarra, y en nuestra salita de estar,
un buen árbol centenario, donde poder reposar,
el lavabo un riachuelo,como espejo servirá,
el reflejo de la fuente,aún sin nada que mirar,
y en la noche las estrellas, y la luna alumbrarán,
nuestra modesta camita, en un parque o en el mar,
y por la mañana pronto, sonará el despertador,
ese sol incomprensivo, nos recuerda sin pudor,
que ha amanecido de nuevo, que comienza un día más,
ahora toca levantarse y volver a caminar,
nómadas en cualquier parte,nómadas sin un lugar…


Mira compañero,que al final de este camino,
nos espera algo nuevo,algo parecido al vino,
que mejora con los años,que adquiere un nuevo sentido,
y al final de lo vivido,y viviendo lo prohibido,
suerte que te he conocido,y lo que hemos compartido,
todo queda en estas letras,siempre he hecho lo debido,
he sido fiel a lo que he creido,y mira compañero,
después de todo,tan mal, al final, no me ha ido...

viernes, 27 de agosto de 2010

Amigos...

Amigos. Muchos se hacen llamar amigos. Pocos son los que merecen tal honorable mención. Un amigo se gesta, se trabaja, se consigue a lo largo de muchas horas y muchas vivencias. Pero sobre todo se construye a base de hechos, de actitudes, de acciones, al fin y al cabo. Cuando las cosas van bien, cuando todo marcha, cuando no se divisa en el horizonte atisbo alguno de preocupaciones o problemas, los amigos son como las setas, nacen, crecen y se multiplican por doquier. Sin embargo, cuando las cosas se ponen feas, cuando ese horizonte se llena de nubarrones y relámpagos, son muchos los que se disfrazan de ratas y abandonan el barco los primeros. Pero los hay peores. Existen algunos que antes de abandonar tu barco, se dedican a ampliar esos boquetes por donde estas haciendo aguas. Por tanto, en esos momentos, cuando ves que todo se va a pique, es cuando realmente descubres cuáles no tienen careta, sino que son tal y como se muestran, trabajan codo con codo junto a tí, y reparan mejor que tú esos boquetes por los que se te escapa la vida misma.
Por tanto, vigilad bien a quién escogéis como amigos, porque las ratas son una especie, por desgracia, muy numerosa en este planeta, y los amigos, una especie en peligro de extinción.
Y sobre todo, nunca os dejeis engañar por palabras que suenan honestas, pero que esconden grandes mentiras, y se acompañan de un séquito de acciones deplorables.
Por último, y quizá sea lo más importante de todo, sed buenos amigos, sed amigos de verdad, leales, honestos y sacrificados, porque aquel que siembra, siempre recoge.
Gracias, amigos míos.

martes, 24 de agosto de 2010

De vuelta...

Ya estoy de vuelta...de vuelta de todo, me da por pensar a veces, de vuelta de nada, otras muchas. Sin embargo, estoy de vuelta. Ha sido un mes intenso, cargado de emociones, contradictorias la mayoría de las veces, pero emociones al fin y al cabo, que nos van modelando como las manos del alfarero a la arcilla. Mentiría si digo que no cambiaría nada de lo que he vivido, pero también mentiría si afirmo que no he aprendido nada de todo lo que ha acontecido en este verano.
Por tanto, sólo me queda agradecer a todos aquellos que han hecho posible esta montaña rusa de sensaciones, visitas, locuras y sinsabores.
Sólo me queda decir que lo he vivido, y que seguiré viviendo muchas más aventuras, contigo o sin tí, aunque me siga faltando algo constantemente.
Pues eso, de vuelta de meigas, conxuros, queimadas, amaneceres y lágrimas.
De vuelta para seguir viviendo y creando, y tal vez, algún día, para seguir creyendo.
De vuelta.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Los vivieron unidos

"Por desgracia, mi capacidad de moldear su pasado no me ha permitido alterar esa parte de los años que les aguardaban después, años mucho más oscuros y terribles que lo aquí narrado, años que terminarían por alcanzarnos a nosotros. Pero, de cualquier modo, los vivieron unidos".


Nacho Guirado, párrafo final del libro "La lista de los 14".

Me voy...pero te juro que mañana volveré...

Marcho unos días a Asturias y Galicia...para que entre musas, meigas, conxuros y sidriñas, y un poquito de pulpo, claro, pueda traer a la vuelta algo merecedor de plasmarse en este muro para que lo lea...¿alguien?

domingo, 8 de agosto de 2010

Escribir por escribir

Para cuando no se tiene nada que decir, pero se quiere decir todo, y todo eso, y más, queda corto. Para cuando quiero gritar, pero que nadie me escuche, sólo que me oigan, que sepan que estoy aquí. Para cuando las heridas vuelven a doler, como las articulaciones con los cambios de tiempo, y me apetece gemir de dolor.
Para cuando no tengo a nadie a quien decirle todo lo que no quiero decir.
Para cuando me siento solo. Para cuando me siento triste.
Para cuando siento estar perdiendo el tiempo.
Para cuando creo que he perdido la ilusión.
Para cada uno de esos momentos.
Para cuando te echo de menos.
Para este momento, en el cual siento todos esos momentos reunidos en uno.
Para eso escribo por escribir, para eso.

lunes, 2 de agosto de 2010

La brevedad de lo eterno, la eternidad de lo breve

Este es mi primer (y no sé si último, espero que no) relato corto, quizá sin sentido, quizá con todo el sentido del mundo. Invito a todo aquel que pase por aquí a leerlo, y aunque no lo entienda bien (probablemente solo haya un par de personas o tres que lo entiendan en su totalidad), que pare un momento y sienta lo que esto le transmite, mucho o poco, cosas felices o tristes, lo que sea, con eso, si una sola persona lo hace, seré feliz (al menos un poco) Espero que os guste (u os parezca una soberana mierda, pero que no os deje indiferentes).

"Bajaba los peldaños de tres en tres, o de cuatro en cuatro, desafiando a la gravedad y al azar, que a veces hace que demos con los huesos en el suelo. Bajaba como si cuando llegara abajo ya no estuviese la calle, como si la fuesen a recoger, y tuviese que esperar al día siguiente. Por fin vio la luz entrando en su portal, y se cruzó con ella, y con el propio portal, y desembocó en el río de gente que navegaba aquella fluvial calle, curiosamente vacía de coches en ese momento.

Al principió no miró a nadie, porque tampoco nadie le miraba a él. Pero pasado un tiempo eso fue precisamente lo que le llamó la atención. Nadie le miraba, era como si no existiese. ¿Es que esa gente no tenía alma y no eran capaces de ver su maltrecho estado?

Aflojó algo el paso, quizá pensó que se encontraba algo mejor. Sin embargo, y cuando menos lo esperaba, le encontró la noche, o la encontró él a ella, no sabría decirlo bien. De repente, como por embrujo, la gente había desaparecido, y se encontró caminando solo, extrañamente solo, dolorosamente solo. No, quizá no se encontraba tan bien después de todo.

También de repente comenzó a llover. Al principio sólo parecía una amenaza, un aviso para tomar otro camino y regresar a la cordura del hogar y de las cosas del día a día. Pero él, valiente, tonto o desesperado, continuó caminando, sin saber muy bien a dónde se dirigía y qué iba a encontrar allí.

¿Quizá el pobre iluso pensaría que iba a encontrar todo en su sitio y que en ese momento sanarían sus males? Quién sabe, se decía una y otra vez.

Pero el aviso dejó de ser tal para convertirse en una furiosa tormenta que no tenía pinta de amainar en unas cuantas horas, quizá días, quizá meses.

Sin darse cuenta estaba completamente calado, por dentro y por fuera, y por raro que parezca, aquella era una lluvia extrañamente cálida, con ligero regusto a salado. A salado quizá de las aguas del mar que alguna vez vio y disfrutó, a salado de aquel sabor que dejó ese sudor que tanto recordaba. Pero no, era un salado con matices amargos, muy amargos.

Apretó entonces el paso, sin destino fijo en mente. Perseguía sombras que no le llevaban a ningún sitio, o, paradójicamente, siempre le devolvían al mismo lugar desde el cual partía.

A su cama, vacía, fría y algo burlesca, pareciéndole inmensa y recordándole que allí él era el rey, el único rey, el más solitario de los reyes. Y de nuevo bajaba volando, de nuevo la calle, las gentes, la soledad, de nuevo la lluvia salada y cálida, de nuevo las sombras y el regreso al punto de inicio.

Un día, sin saber muy bien cómo, la sombra quedó quieta mientras el llevaba a cabo su particular y ya conocida persecución sin sentido.

La sombra parecía reír, pero no sabría decir si era una sonrisa pícara, irónica, risueña o quizá tan falsa como la que él ya llevaba tiempo practicando ante tanta gente.

La cuestión es que por más prisa que se daba, más lejos parecía estar la sombra, aunque esta no hiciera el menor esfuerzo por dar un solo paso.

Sin embargo, el decorado cambiaba continuamente, hasta que el lisérgico viaje pareció dar con un final. Se detuvo, mirando alrededor, y comprobó, algo sorprendido, que se encontraba en una estación de tren muy vieja. De nuevo fluyeron recuerdos traidores y desalmados, que le trajeron a la memoria historias pasadas, viajes perdidos en el tiempo y la grata compañía de la cual ya no quedaba nada.

Sin saber bien de dónde procedía, escuchó el inconfundible sonido del tren que se detiene, soltando gases por sus torturados frenos, y haciendo gritar el metal contra el metal para dar fin, al menos momentáneamente, al viaje eterno que da sentido a la vida del propio tren.Y allí vio entrar a la sombra, sentarse junto a una ventana, y aún con esa incierta sonrisa, mirarle, decirle adiós con la mano y perderse, junto con el tren, en la oscuridad de un túnel que llevaba a ninguna parte.

Y allí se quedó, con los brazos colgando, la lluvia (incluso debajo del falso refugio del tejado de la estación, lleno de goteras, como su propio músculo impulsor de vida) cayéndole con una furia inusitada en las mejillas, como si quisiera erosionarlas igual que a la roca de una montaña.

Pero no, él no era ninguna roca, no llegaba siquiera a la consistencia de un algodón de azúcar. Cuando ya estaba a punto de desaparecer, sucumbiendo al vacío atronador que había dejado aquella sombra en aquella estación, y cuando la lluvia comenzaba a convertir sus mejillas en una huella que rememoraba el lugar que éstas habían ocupado, todo quedó oscuro, y en extraño silencio.

De repente, un sonido vagamente familiar le hizo regresar al exasperante mundo de la mañana, y efectivamente, vio como por la maltrecha persiana el sol se colaba en su habitación sin invitación previa. El sonido era el terrible martilleo del presentador de turno del noticiero matinal, alguien había encendido el televisor para sentirse menos solo, o para ver la basura de mundo en el que vivimos desde por la mañana temprano, mientras engaña al estómago con un café y un cigarro.

Instintivamente alargó el brazo, no supo si para comprobar el teléfono móvil, dar la luz del horrible flexo de la mesilla o atinar con un cuerpo a su lado, como había ocurrido en menos ocasiones de las que ahora quisiera recordar a lo largo de aquel tiempo maravilloso que alguien le permitió vivir. Quizá el brazo buscaba todo a la vez, pero de nuevo no tuvo más remedio que darle malas noticias.

El móvil no tenía rastro de ningún interés por parte de nadie en contactar con él, el cuerpo que anhelaba encontrar no estaba allí, ni siquiera un frágil indicio de que allí hubiese permanecido alguna vez, y al dar la luz, comprobó, una mañana más que ella seguía allí.

Desde un bonito marco del Ikea la sombra le sonreía, le miraba con aquellos ojos tan especiales, y le decía sin despegar un solo milímetro los labios “sí, me voy, ahí te quedas, con tu lluvia salada y tu móvil vacío”.

Y de nuevo a trasegar por una día yermo sin otra motivación que pasarlo, sabiendo que a la noche volverá a bajar las escaleras de tres en tres, o de cuatro en cuatro, abrazado a la foto de una sombra, y bajando escaleras de no sabe bien dónde, porque incluso el pobre desgraciado vive en un bajo…"

Pequeñas cosas verdes

Este es un poema y un regalo. Un regalo que he decidido hacer público, más que nada por compartir aquello que ha nacido de un sentimiento tan puro y tan bello. Espero que la dueña del poema (yo sólo soy el progenitor, no el dueño) se alegre de poder compartir con quien quiera leerlo aquello que alguien ha sentido por ella.
No espero que nadie comprenda el poema. a veces, las cosas más bellas son aquellas que no se comprenden, pero que emanan amor de manera inevitable. ¿Quién demonios entendió el Ulises de Joyce, y sin embargo, quíen se atrevería a dudar de que eso es arte?)

Un dedo, una mano, una caricia,
dos dedos, que se entrecruzan,
buscando anudar las palmas de las manos,
un leve roce, un sin querer, pero queriendo,
un juntarse y separarse mientras caminamos,
una pupila, rodeada de verde selva ardiendo,
ardiendo pero fría, llorando mientras nos separamos.

Un leve roce, dos labios que se buscan,
con frío, con miedo, con ansia de encontrarse,
soñando con no volver jamás a separarse,
y sin embargo están temblando,
alrededor del otro pasean, jugueteando,
quizá temen unirse de nuevo y marchitarse.

Un banco, un parque, una tarde de verano,
o casi, porque llueve,
pero las nubes parecen más bonitas, reflejadas en tus ojos,
una mano que se mueve,
buscando encontrar lejanos rincones que creía propios,
y que sin embargo no se acostumbra a saberlos ajenos,
de nuevo el roce tan leve,
creyendo, adivinando, deseando, qué será lo que siente el otro.

Y deprisa se va yendo, mágica tarde de verano,
tragicomedia, risas, lágrimas, quizá un beso robado,
aunque me consuelo en pensar que es regalado,
todavía soñaré con pequeñas cosas, soñar que es deseado,
soñar que no te has ido, que sigues a mi lado,
pero el reloj no para, acelera el condenado.

Al fin te vas, te pierdes con tus selvas,
llenas de agua, lluvias y malezas,
y siento que me voy contigo, entre ese verde perdido,
se queda aquí mi cuerpo, déjale dormido,
yo te sigo con mi espíritu, con mi alma enarbolada,
aún con miedos y señales, recuerdos de este duelo,
quiero que sea tuya, quiero que te la quedes,
no me sirve para nada, no tiene sitio para el vuelo,
si te llevas hoy tus selvas, donde anidarán mis sueños.

Cosas pequeñas , sin embargo, son las que me dan sustento,
un leve roce, una caricia, tus dedos buscando mis dedos,
esa tarde en ese banco, esas nubes celestiales,
reflejándose en tus ojos, encubriendo aquellos miedos,
que no me dejan dormir, que roban hoy los sueños, animales,
sin sus nidos, sin su selva, sin su vuelo, sin ese verde quedo.

Déjame ir contigo, a ese verde paraíso,
y perderme entre tus ojos,
y no regresar jamás al mundanal ruido,
a basuras y a despojos, en lo que me he convertido,
déjame contigo perdido,
déjame salir airoso, de este difícil cometido,
y perderme entre tus labios, y mientras me recojo,
me hago ovillo entre tus piernas,
y quedarme así dormido, escuchando tu silencio,
feliz de haber vivido…
a tu lado

Mejor durmiendo

Esta canción es fácil, muy fácil de entender para quien se haya sentido así alguna vez, y quizá sea una suma de sinsentidos para quien no haya tenido la oportunidad de vivir lo que he vivido.
Es un lamento, unido a una súplica, es una queja por el dolor y por la ausencia de una explicación lógica a ese dolor, es el llanto del niño que ha perdido el muñeco con el que ha pasado la infancia, aquél que le ha protegido cuando la oscuridad del cuarto amenzaba con crear un monstruo horrendo..., aquel que compartía la cama con el niño todas las noches...
Pero es ese llanto convertido en algo adulto, con todas las implicaciones.
Es, en definitiva, el dolor por perder lo que más se ama, y el deseo, quizá infantil, de seguir durmiendo, porque en el sueño aún se conserva el amor, los besos, las caricias, de quien fue todo en tu vida.
Mejor...durmiendo. (A veces la realidad es demasiado dura, no apetece despertar)

¿Por qué no te vas? ¿Por qué no vuelves?
¿Por qué te espero cada día?
Y por la noche, y en mi cuarto,
apareces todavía…

Y te me cuelas muy adentro,
y es que tampoco quiero echarte,
porque todavía tengo presente,
tu olor, tus besos al despertarte.

¿Por qué alguien disfruta,
jugueteando con mis hilos?
no tengo más, soy una puta,
que no cobra por sus servicios.

Y si te vas, hazlo muy pronto,
pues ya se hace un poco tarde,
vete dentro de hace unos años,
así no tendré que recordarte.

Porque no quiero ser,
un recuerdo en tu memoria,
quiero ser tú quiero ser yo,
quiero un nosotros, nuestra historia.

Y si eso no puede ser,
ojalá no hubiera sido,
ahora no puedo remediarlo,
cómo me pesa lo vivido,
no me pidas que me rinda,
no me pidas el olvido,
no pidas que me imagine,
que nunca hubieses existido.

¿Por qué te vas? ¿Por qué viniste?
¿Por qué me robas cada día
las ganas de seguir luchando,
aquello que yo más quería?

¿Por qué no puedo echarte,
a patadas de mi vida?
¿Por qué te sigo amando?
¿Por qué vuelves sin que lo pida?

¿Por qué eres tanto,
y yo tan poco…?
¿Por qué llegó la despedida?
¿Por qué tú puedes?, no lo entiendo,
¿Por qué no veo una salida?

¿Por qué te miro y no te veo?
¿Por qué soñándote me miras?
¿Por qué no es todo como antes?
¿Por qué ahora vivo de mentiras?

¿Por qué aún lloro cada noche,
si en tu recuerdo ya no existo?
¿Por qué duermo junto a tu foto,
si no me amas, por qué insisto?

¿Por qué no avanzo?, es que no puedo,
me falta todo, tus caricias,
tu corazón, tus lindas manos,
no tengo fuerzas, ni malicia…

Y si vuelves, hazlo muy pronto,
pues ya se hace un poco tarde,
vuelve dentro de hace unos días,
aún no he dejado de añorarte.

Porque no quiero ser,
tan sólo un bonito recuerdo,
quiero algo vivo, algo nuevo,
algo infinito, algo eterno.

Y si eso no puede ser,
gracias por todo lo que ha sido,
que aunque me duela, aunque me mate,
no cambio nada que he vivido,
pero mi amor cómo lo siento,
yo te seguiré esperando,
y si esto es una eterna espera,
esperaré imaginando.

¿Por qué te fuiste?, aún no lo entiendo,
y sin embargo, ya te has ido,
ahora me voy, para mi cama,
a recordar, lo que hemos sido.

Y cada noche esperaré,
que el sueño llegue hasta mi alma,
y cada noche yo te veré,
besándome, con mucha calma.

Y en el sueño, pasearé,
contigo siempre de la mano,
y lloraré cuando despierte,
aunque sé bien que no es muy sano.

Y soñaré que aún me dices,
mi niño, ay, cómo te quiero,
cómo me llevas a tu cama,
cómo me llenas de aire nuevo,
y de mi cama construiré,
nuestro penúltimo refugio,
que aun sabiendo que no es cierto,
mejor soñar que no estar muerto,
mejor mintiendo, que aún me quieres,
mejor durmiendo, que allí tú eres,
la que me ama si no despierto.

En las fronteras de la cordura

Esta canción es un tanto indefinible, porque, como su nombre indica, está escrita en las fronteras de la cordura, ese lugar que todo el mundo teme, pero que en algún momento de la vida (algunos tenemos la suerte o la desgracia de visitarlo más a menudo de lo que nos gustaría), todo el mundo visita. Es un lugar en el cual nada es lo que debe ser, todo se confunde, la opinión más argumentada tiene una validez que dura un segundo, y la opinión más inverosímil se hace fuerte en la locura.
Un lugar de obligada visita, pero no para quedarse, sino para fortalecerse y regresar a la cordura ordinaria...un poco más loco.

En las fronteras de la cordura,

entre los vivos y la irrealidad,
la mente vuela, va disparada,
buscando un sitio donde agarrar.

Me vuelvo loco, ya no se nada,
suplico, muero, ¿Cuándo va a parar?,
esto me puede, todo me supera,
sólo un respiro, sólo una vez más.

Y miro, alrededor de mí,
ellos me miran, no dejan de reír,
son buitres negros, carroñas de alquitrán,
quieren que caiga, ¿es que nunca se irán?

En las fronteras de la cordura,
pierdo de vista la realidad,
pero me agarro con uñas y dientes ,
por más que empujen no me tirarán.

En la aduana del manicomio,
tienen mi nombre, esperando están,
y la camisa tienen preparada,
con sus correas, que asco me dan…

No necesito más que una mirada,
dame tu mano, vamos a volar
olvídate de este puto infierno,
tan solo quiero lo que tú me das.

No se si es mucho, quizá demasiado,
lo que si sé es que no quiero más,
tan sólo tú, tenerte a mi lado,
tan sólo quiero oírte respirar.

Tenerte, pegada aquí a mi piel,
no tengas miedo,¿ pero qué puedes perder?
tan solo quiero que confíes en mí,
tas solo quiero, ¡tenerte junto a mí!

En las fronteras de la cordura,
pierdo de vista la realidad,
pero te encuentro, dulce locura,
sentir sin sentido, hasta no poder más.

Y los cabrones del manicomio,
borran mi nombre, pero esperarán,
me vuelvo loco, soy el más cuerdo,
te tengo a mi lado, qué más me da.

En las fronteras de la locura,
gano de vista la libertad,
siendo tu esclavo, con tus cadenas,
el loco cuerdo vuelve a luchar.

Y los cabrones de mis demonios,
aunque no se rinden, de huelga se van,
por que no pueden, no acaban conmigo,
mientras quede algo, de eso que me das.

El aburridor

Esta canción es una parodia, y a la vez una queja (que de vez en cuando uno tiene derecho a quejarse de lo que quiera), de una situación que he vivido en más de una ocasión, por el mero hecho de ser bastante torpe a la hora de mover mi cuerpo acompasándolo a una música insulsa, poco elaborada y, desde luego, demasiado lejana a mis gustos musicales, rodeado de gente que disfruta como un niño con una piruleta haciendo piruetas y poniéndo posturas estrambóticas con esas mismas "notas musicales", por llamarlas de algún modo...
Dedicada a todo aquel que en algún momento se ha sentido un auténtico Aburridor.

El aburridor (dícese de la persona que aburre, amarga, en resumen, jode el momento a aquellos prójimos que están a su alrededor)


Mírale, ya llega, a dónde se cree que va,
el gesto serio, las gafas puestas, y la mirada pa´qui pa´lla.
Que pintas lleva, no se ha afeitado, directo a la barra va,
no está en su ambiente, se siente raro, que pinta de subnormal.

Luego las manos, ¿dónde meterlas?, ¡el cubata se ha acabao ya!,
se pide otro…, no tiene un pavo, y de allí se quiere largar.
Y el pobre hombre mira pal techo, porque no sabe donde mirar,
mete las manos en los bolsillos, ¿por qué no aprendió a bailar?

Y es que ese es su pecado! El pobre nunca aprendió a bailar,
y no le gusta, no le divierte, lo hace realmente mal,
¿y que culpa tiene si no le sale, si no lo hace mejor?,
le crucifican, le miran raro, ya llega el aburridor.

Que soso eres, muévete un poco, ¿por qué me tienes que amargar?,
y el pobrecillo hace el intento, adiós, que se va a matar.
Dos vueltecitas, cuatro pasitos, uno pa´lante uno pa´tras,
alguien se ríe, el se sonroja, pa qué te metes a torear…

Ahora se cambian a otro garito, venga, nos iremos pa´lla,
ahora la música si que le mola, le falta poco pa vomitar…
Se gira entero, mira a la gente, el que no va pedo sabe bailar,
pero él no bebe, no tiene un duro, suena el “dale, ponte a jugar” (¿¡Cómo!?)

(one, two, three, four, uno, dos, tres, cuatro)

¡Y es que ese es su pecado! El pobre nunca aprendió a bailar,
y no le gusta, no le divierte, lo hace realmente mal,
¿y que culpa tiene si no le sale, si no lo hace mejor?,
le crucifican, le miran raro, ya llega el aburridor.

Ea, pues ya lo sabes, a una academia te has de apuntar,
pa que la gente no se avergüence cuando te vean bailar.
Pero otra opción es quedarte en casa, con tu guitarra, con tu sofá,
mejor no vengas, total, me amargas, así no me jodes la noche más…

Y se te queda una cara de tonto, cara de bobo a lo Mr. Been,
nadie te entiende, a nadie le importa, no eres más que un pobre tontín,
pero te callas, sigues saliendo, sigues tragando sin importar,
que todo lo malo que has hecho, es no haber aprendido a bailar.

¡Y es que ese es su pecado! El pobre nunca aprendió a bailar,
y no le gusta, no le divierte, lo hace realmente mal,
¿y que culpa tiene si no le sale, si no lo hace mejor?,
le crucifican, le miran raro, ya llega el aburridor.

El miedo

Esta es la primera de cuantas canciones he compuesto, por ello, como primogénita, le guardo un gran cariño. Está escrita, efectivamente, en un momento en el pasé miedo, mucho miedo, pero en el que creí que ese maldito miedo no volvería...Como me suele ocurrir muy a menudo, me equivoqué, y el miedo regresó, reforzado, dispuesto a tumbarme por última vez...Por un momento lo consiguió...pero en cualquier caso, siempre quedará esta receta para saber qué hacer en momentos como aquellos...


Cuando crees que todo anda,
cuando sigues el camino,
no te paras, no te vuelves,
crees que tienes un destino.
De repente te das cuenta,
no hay nada bajo tus pies,
estás pisando en el vacio,
lo estás viendo, no lo crees.

Pero es así, nadie te miente,
abres los ojos de una vez,
espabilas, miras al frente,
pero está todo del revés.

Y te preguntas cada hora,
y otra hora te responde,
que no tienes ni puta idea
que te caen golpes…
y no sabes de dónde.

Y no sabes de dónde,
y ni siquiera el porqué
y la verdad, ya no te importa,
tan solo quieres no caer.

Pero ahora te has parado,
el miedo sabe lo que hacer,
no distingue situaciones,
te para en seco, mira a ver.

En donde te has equivocado,
como lo vas a arreglar,
si es que acaso tiene arreglo,
mira por dónde has de empezar.

Pero al final has aprendido,
que incluso a veces al caer
aunque te duela, estás jodido,
solo te queda renacer.

Y te preguntas cada hora,
y un minuto no te miente,
que para perderlo todo,
hace falta poco…
un segundo es suficiente.

Y ahora que sabes por dónde ir,
y lo que tienes que hacer,
ya no te vuelvas a caer,
porque ahora ya ves el camino
ya no lo debes perder...



...ahora ya ves el camino,

ámala siempre, igual que ayer.

Estrellas fugaces

Creemos tener las cosas claras. Creemos disponer de un plan, de un camino, de un recorrido que seguir en nuestras vidas, para alcanzar nuestros objetivos, para, al fin y al cabo, conseguir una efímera felicidad.
Sin embargo a menudo solemos perder de vista algo muy importante.
Los destellos. Destellos de felicidad, momentos efímeros, pero que sin embargo, van componiendo nuestra vida a su antojo, desbaratando planes y trazando nuevas lindes. Una cena, un semi-improvisado botellón con amigos, una escapada a quién sabe dónde, una canción, un poema, un libro, una película, un beso, una cama compartida, la sonrisa de un niño, un billete en el bolsillo cuando no se le espera...pequeños momentos...
Son como estrellas fugaces, duran sólo un instante, iluminan el cielo en la oscuridad de la noche, y tan rápido como nacen mueren, dejando en nosotros la extraña sensación de no saber si realmente hemos visto algo auténtico, o nuestros ojos nos han jugado algún tipo de broma óptica.
Dejémonos de tonterías. Disfrutemos de todas y cada una de las estrellas fugaces que pasen por delante de nuestros ojos, porque su vida es casi ilusoria, pero su efecto es duradero, y, al fin y al cabo...¿quién no ha pedido un deseo en una noche de verano, al ver un halo de luz efímero cruzando el cielo nocturno?
¡Coleccionemos estrellas fugaces!