De sabios es reflexionar...



"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta", solía decirme. "Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos, no sabes hacia dónde te arrastrarán".

Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien

domingo, 16 de noviembre de 2014

London week, day 6. The End.

Último día. Últimas horas para exprimir Londres, para beber de sus calles y regalarse los ojos con sus maravillas. Este día siempre es agridulce. Despiertas en esa ciudad única, pero sabes que no dormiras allí, que despertarás lejos al día siguiente. De todos modos, hay que intentar olvidarse de ello por unas horas, y aprovechar cada segundo que resta hasta subir al tren que nos despierte de este sueño.
Así que lo mejor para alejar la melancolía es agarrarse a la rutina. Desayuno contundente, como las mañanas anteriores, y a patear. Hoy el destino principal fue el Imperial War Museum. A través de Vauxhall Bridge, siguiendo por Albert Embankment hasta Lambeth Bridge, y de allí sumergirse en el barrio de Lambeth hasta llegar al museo. Tras un par de años esperando la remodelación de este, en justicia diré que ha quedado peor de lo que estaba. Sigue siendo espectacular, muy visual y llamativo. Aviones colgando del techo, carros de combate en los pasillos, baterías antiaéreas, objetos impregnados de la historia de cada una de las guerras que Reino Unido ha librado, el impresionente y sobrecogedor museo del Holocausto...Una experiencia que hay que probar en esta ciudad, sin duda. Pero para saborear el día del regreso, se queda corto. Así que hemos decidido volver a los lugares por los que hemos pasado todos estos días, no para despedirnos, sino para recordarles que nos veremos en unos meses. Westminster Bridge, Parliament Square, White Hall, Trafalgar, Picadilly Circus, St. James Park, Buckingham Palace...los órganos vitales de esta maravilla hecha ciudad. Comida en Victoria Station,recogida de las maletas...y tren rumbo Gatwick. Y después...vuelo a Barajas, y finalmente llegada a Madrid. Este día sabía que tenía que llegar, y aunque no lo hace más llevadero, mi sabio compañero de kilómetros, acertadamente, me ha dicho que para que comience la próxima vez, primero ha de acabar esta. Y así es. Ya tenemos en mente próximo destino, probablemente y si todo funciona, Gales.
Pero hoy toca poner punto final a estos 11 increíbles días. Días de castillos increíbles, paisajes indescriptibles, noches de whisky y risas, comidas horrorosas y horas de coche maravillosas, aviones con retrasos y reencuentros extraordinarios, metros,kilómetros a pie, trenes y autobuses,discusiones filosóficas y chistes chuscos...En fin.
Sólo puedo dar las gracias a todas y cada una de las personas que se han cruzado conmigo en esta semana y media. A los escoceses que me enseñaron a beber whisky y a diferenciar el gaélico escocés y el irlandés,al holandés errante que compartió un capítulo de su viaje con nosotros, a las nuevas personas que hemos conocido gracias a Mike en Londres, a Carlos por acompañarnos en los días finales de esta aventura, a Mike por hacer el esfuerzo de venir desde Cardiff en un viaje relámpago para compartir unas horas con nosotros, y sobre todo, a mi compañero, amigo, consejero y maestro en estas lides, Don Oskar Campillos, sin el cual, estas aventuras no hubiesen tenido lugar. Nunca te agradeceré suficientemente aquella comida en el Vips hace ya 4 años...gracias compañero.
Pues bien...llegado el momento,el objetivo está cumplido. Me siento más sabio, más rico espiritual, cultural y humanamente, y creo haber crecido como persona en estos pocos días. Y al final es de lo que se trata. Cada uno de estos viajes ha de cambiar un poquito tu vida.
Y ahora sí...toca poner las dos palabras de cierre...THE END...¡por esta vez!

sábado, 15 de noviembre de 2014

London week, day 5. Despedidas

Hoy el día comenzó más tarde de lo usual. Pero igual rutina. La echaré de menos, probablemente. Buen desayuno, y a patear Londres, no hay mejor plan. Metro de Victoria a St. John's Wood. Paseo por Abbey Road, calle donde se encuentra el, probablemente, más famoso paso peatonal en Londres. The Beatles lo inmortalizaron.
Después, paseo de nuevo, muy agradable, ya que el tiempo nos está respetando de una manera inusual, hasta Pimrose Hill. Por el camino, dejamos atrás maravillas centenarias como Lord's, estadio de cricket de 200 años de antigüedad, o Regents Park. Desde Pimrose Hill disfrutamos de una de las vistas más espectaculares sobre el skyline londinense. Lugar con toque mágico, sin duda alguna. Y tras este respiro en el camino, rumbo a Camden Market. Lugar ecléptico, cosmopolita e indefinible donde los haya. En este mercado puedes encontrar prácticamente cualquier cosa, desde una guitarra española a un traje gótico, pasando por juguetes eróticos fluorescentes... Precisamente aquí, en la puerta de una de las tiendas más extrañas que he visto nunca (Cyberdog, invito al lector a descubrir por qué, sólo diré que esta tienda tiene gogos bailando en jaulas), nos encontramos con Mike y Roberta, y degustamos un exquisito menú chino take away de 5 pounds, me aventuraría a decir que nada saludable, pero muy reconfortante. Tras reponer fuerzas, poco desgastadas hoy, cogimos rumbo sur, hacia King Cross. Otro lugar que quedará para la posteridad en la cultura cinéfila y bibliófila. Desde esta estación parten los trenes hacia Howarts, escuela de magos que nació en la imaginación de una escritora en Edimburgo...J.K. Rowling. Quizás les suene...
Concretamente el tren parte del andén 9 y 3/4. Aquí mi amigo inglés y yo hemos disfrutando de una sesión de photocall intentando atravesar el muro infranqueable para muggles. Frikismo puro...¡pero muy divertido!
Desde aquí, rumbo a mi querido centro, pasando por el British Museum, Soho Square y Gerard street (Chinatown). Tras "disfrutar" de un espectáculo callejero en Leicester Square y contemplar por última vez las luces de Picadilly, nos vamos despidiendo de Traffalgar square, White Hall y Morphet Arms. Pero sin pena. Sabemos que en poco tiempo, volveremos. Porque esta ciudad va siendo cada vez más nuestra...o en justicia, nosotros vamos siendo más suyos. Nos unimos a Miriam y una amiga nueva, Flor, en un pub en nuestro "guetto" londinense, cerca de Pimlico. Hemos compartido cervezas, consejos y risas como podríamos hacer cualquier noche fuenlabreña. La normalidad, entendida como saber disfrutar de lo cotidiano, se va apoderando de nosotros poco a poco en esta ciudad. Y es un sentimiento maravilloso. Quizá algún día sea completa esta cotideaneidad.
Acabamos el día en el punto de partida, Victoria Station. Pero aquí llega el momento agrio del día, del viaje. Nos despedimos del que ya podemos considerar un viejo amigo, dear Mikey. Y de nuevas personas que, de un modo u otro, han entrado en nuestra vida, quién sabe por cuanto tiempo, gracias a Mike y a esta increíble ciudad, Roberta y Miriam. Victoria encierra momentos de gran alegría, cada vez que ponemos nuestros pies en ella, y de agria despedida, cada vez que subimos a un tren rumbo a Gatwick.
Pero eso mañana, afortunadamente todavía nos queda medio día por disfrutar...asi que por supuesto, To be continued!!!

viernes, 14 de noviembre de 2014

London week, day 4. Muchos encuentros.

Hoy el día ha sido muy largo. Basta ver la hora a la que escribo esto, y decir que comenzó a las 8 am. El título de la entrada de hoy es perfectamente descriptivo. Sobre las 9:45 llegó nuestro tercer compañero de aventura, aunque se incorpore a los últimos acordes de esta. Carlos, hermano de Oskar, voló hoy desde Madrid para compartir con nosotros estos dos días y medio que nos quedan. Mejor dicho, que nos quedaban. Hoy sólo queda uno y medio. Nuestro primer destino, Westminster Pier.  A través de Millbank, Albert Embankment y Westminster Bridge llegamos al muelle para coger barco rumbo a Greenwinch. Pensé en titular hoy el día "along the river", ya que el Támesis hoy marcó nuestro camino, por voluntad nuestra...y sin preveerlo. Como siempre, el paseo a lo largo de este río es impresionante, dejando estampas a cada metro que se avanza. Saint Paul a la izquierda, Tate Modern y The Spire a la derecha, Tower of London y Tower Bridge más adelante, Canary Wharf de fondo...y finalmente Greenwinch. Lugar donde el mundo se separa, el este y el oeste se oponen más gráficamente que en cualquier otro sitio, y debes poner en hora tu reloj de la manera más exacta posible. Tras subir al observatorio y disfrutar de la vista que este lugar ofrece, comienza nuestra peregrinación a pie. Un nuevo Londres, el enésimo distinto, a estas alturas de viaje, nos acompaña los primeros kilómetros. Zonas de marcado caracter industrial nos dirigen hacia "The Den", último estadio, al menos por esta vez, que nos resta por tachar de la lista. Casa del Millwall, equipo obrero de la capital, inmortalizado en la película "Green Street Hooligan", hace las delicias de Carlos, fan declarado de dicho equipo, aunque sea desde la distancia.
Continuamos ruta hacia nuestra siguiente parada, después de las compras y fotos pertinentes. Tras otro manojo de kilómetros, nos internamos en el Borough Market, tras dejar atras Tower Bridge. Los olores que deambulan en este mercado nos recuerdan que nos hemos ganado un buen bocado. Y nada mejor que un buen bocadillo de cerdo asado a fuego lento, marinado. Y después de calmar el hambre, seguimos caminando por la orilla del río, paseando por lugares tan emblemáticos como The Globe, teatro de Shakespeare, cruzando el Millenium Bridge, dejando atras la catedral de St. Paul, continuando por Fleet Street, hasta llegar al mercado de Covent Garden. De ahí, dirección Carnaby Street, para encontrarnos con otro amigo más. Mike, inglés de nacimiento, galés de ascendencia, español de adopción. Amigo que, gracias a Oskar y su don de gentes, conocimos el pasado marzo, y con el cual hemos gastado muy buenos momentos en Madrid, Toledo, Pamplona, San Sebastián o incluso Burdeos. También hemos conocido a unas amigas de Mike, de su etapa en Brighton.
Después de alguna cerveza previa, y ver el encendido de luces navideñas en Carnaby St, estas dos londinenses de adopción (Roberta es milanesa, Miriam es mallorquina) nos han llevado hasta un lugar australiano en Temple, llamado Walkabout, bastante peculiar. Diré que mi cena ha consistido en hamburguesa de canguro. Y que tras disfrutar de varios clásicos en el karaoke (momentazo con Hey Jude, todo el bar cantando a coro), alucinando con el desparpajo de los ingleses ante el micrófono, hemos acabado la noche en lo más alto Oskar y un servidor, destrozando el Fly me to the Moon de Sinatra. Pero disfrutándolo como críos. En fin, venir a Londres y acabar dándolo todo en uno de sus karaokes...
Tras la minifiesta, paseo entre las luces de la City de fondo, el parlamento a nuestra derecha, y por fin,tras tantas y diversas emociones, el merecido descanso. Peculiar, ya que tenemos polizón en la habitación hoy, Carlos ahorrará una noche durmiendo en nuestro confortable suelo.
Mañana, mi querido Camden...to be continued!!

miércoles, 12 de noviembre de 2014

London week, day 3. Contrastes.

Hoy ha sido un día sorprendente. Creo que es la palabra que mejor lo define. Tras un buen desayuno, sabiendo que hoy esperaba una buena caminata, hemos paseado bajo la lluvia a través de Parliament Square, para recorrer todo White Hall, y coger el metro en Charing Cross. Rumbo norte, hacia un nuevo destino, desconocido para mí hasta ahora. Archway es la parada más cercana al cementerio de Highgate. Sí sabía de la existencia de este lugar, gracias a uno de los mejores libros que he leído, y que por supuesto se encuentra entre mis favoritos. Me refiero al mundialmente famoso Drácula, de Bram Stoker. En este cementerio entierran a la preciosa Lucy Westenra, para después tener que acabar con su segunda "vida", convertida al vampirismo, a base de estaca y ajo.
El lugar encaja a la perfección con esta novela. Es la plasmación real del romanticismo literario, hecho cementerio. La naturaleza, más viva que en ningún otro lugar, y la ritualización de la muerte, se abrazan mutuamente aquí. Las hiedras cubren las lápidas centenarias, y el cementerio se hace bosque, o el bosque se convirtió en cementerio. Destaca en este camposanto la tumba de una figura importante en el siglo XX, con independencia de si se está de acuerdo con sus planteamientos o no. Hablo de el filósofo Karl Marx. Pero él no es el protagonista. El protagonista es Highgate.
Continuamos nuestra mañana novedosa adentrándonos en el vecino parque de Hampstead Heath.
Cuesta definirlo como parque, porque realmente se trata de un bosque, en la completa extensión de su definición. Y cuesta aun más entender esta maravilla natural enmarcada dentro de una de las ciudades más bulliciosas del globo. Pero así es, Londres siempre guarda alguna sorpresa para quién la busca. Pasear por sus caminos, enmoquetados de hojas de roble gracias al otoño, sentir que detrás de cada árbol podría acechar un ladrón medieval, un ciervo, un lobo...Es difícil describirlo.Al final del camino, la mansión Kenwood premia la constancia del caminante. Algunos podrán recordarla, rememorando varias escenas de Notting Hill. Precioso lugar, rodeado de un paisaje aun más espectacular.
Deshaciendo el camino, abandonamos este remanso de paz y naturaleza, y regresamos de nuevo a la jungla, a la de asfalto y humo.
Tras una comida bien merecida, tomamos el metro, con rumbo aún más al norte.
Nuestro nuevo destino es la estación de Seven Sister. Curioso nombre, del que desconocemos el origen. Llegamos a este barrio, tan alejado del centro londinense, para tachar otro estadio de nuestra lista particular. En este caso, es White Hart Lane, feudo del Tottenham Hotspur. Buen equipo, pero estadio, por qué no decirlo, feo. Pero para poder decirlo, hay que haber estado allí. Nosotros lo hicimos, derecho ganado.
El paseo entre la estación y el estadio nos ha servido para descubrir lo que hemos denomidado el Harlem londinense. Un barrio de mayoría negra y musulmana, donde la gente hace vida corriente a diario, donde los turistas son algo prácticamente inaudito, y donde la mezcla cultural se hace muy patente. Siempre hay algo nuevo por descubrir aquí.
Finalmente, metro directo hasta Victoria, y pronto al hotel a descansar, que el día fue duro.
Mañana tenemos más kilómetros aun.
Pero hoy el día fue excelente. Descubrimientos, contrastes,novedad y asombro. Es Londres.
To be continued...of course!!

London week, day 2. New and old things.

El día comenzó pronto...pero no tanto como ayer. Un potente desayuno, incluido en el precio del hotel, y unas piernas aun frescas, nos han llevado hasta un nuevo punto londinense, situado muy al oeste, más allá de lo que conocía hasta ahora. Cosas nuevas, por tanto. La primera parada, Sepherd's Bush market.
Este barrio es también Londres. Pero es otro Londres. Es el Londres del día a día para la gente de a pie. Aquí no reina el turista. Es un barrio eminentemente musulmán, donde nuestros prejuicios surgen de manera involuntaria, y los sentidos se agudizan más de lo realmente necesario. Un breve paseo por sus calles muestran la perfecta convivencia entre razas y religiones. Aquí las cosas se viven de otro modo. El camino nos lleva hasta el Loftus Road Stadium, casa del Queens Park Ranger. Otro estadio que poder tachar de la lista, poco más realmente, ya que no tiene la magnificencia del Emirates o la solera de Craven Cottage. Pero hay que verlo, esto es así. Continuando por el oeste londinense,nos topamos con los estudios de la BBC. Maravillas televisivas como Top Gear surgen de aquí. Sí, quizás esta sea una etapa sólo entendible por algunos freaks como yo...
Tomando dirección este, entramos en uno de los barrios más famosos de esta ciudad. Hugh Grant y Julia Robert tienen gran culpa de ello. Obviamente, me refiero a Notting Hill. Siempre hay que visitar, al menos una vez, el singular mercado de Portobello Rd. Aun siendo martes, y faltando todos los puestos de flores y frutas,este sitio tiene un encanto innegable. Desde aquí, metro al norte. Muy al norte. Parada destacada de hoy, Wembley Stadium. Si no te gusta el fútbol, obvia este párrafo. Si como yo lo amas...disfrútalo. Estadio impresionante, bello, sobrecogedor. Y sobre todo, historia viva de este bello deporte. Una lección más que aprender de esta ciudad, y de este país.
Regreso al sur, a Baker Street. Calle inmortalizada innumerables veces, gracias a Sir Arthur Conan Doyle,y a su inmoral creación, Sherlock Holmes. Y desde ahí, paseo nocturno por el corazón de Londres. Oxford Street, Carnaby, las luces de Picadilly y los cines de Leicester Square...Creo que nunca me cansaré de pasear por estas calles,de sumergirme en la marabunta humana que asalta estas calles sin descanso,de maravillarme con cada olor, acento o escaparate que asalta mis sentidos. Es un sentimiento casi infantil, pero lo adoro. Y así llegamos hasta la puerta de la National Gallery, para admirar una de las mejores postales de la ciudad. White Hall y entre sus chimeneas, como faro que alumbra a los navegantes de este mar tempestuoso que es Londres, el Big Ben con su iluminación nocturna. Una imagen para no borrar jamás de la retina. Atraídos irremediablemente como polillas a la luz,caminamos hasta los pies de este, para admirarlo desde la otra orilla, disfrutando de un descanso merecido,y exprimiendo las dotes artísticas de Instagram frente al parlamento británico. Paseo tranquilo de vuelta a Belgravia, haciendo parada técnica en Morphet Arm, para degustar una buena Bombardier antes de la cena. Y después cena en Victoria con amena conversación política. Y al hotel, que mañana habrás más cosas nuevas...
To be continued!!

lunes, 10 de noviembre de 2014

London week, day 1. El reencuentro.

Hoy amaneció MUY pronto. A las 5:50 el despertador ya estaba sonando. Ducha rápida, conexión de bus desde Edimburgo a su aeropuerto, y una muy larga espera, ya que la insistente niebla ha causado algún retraso no deseado.
Y por fin, rumbo a mi segunda casa. Rumbo a Londres.
Debido al retraso mencionado,y a aterrizar en la terminal norte de Gatwick, la llegada se ha visto postpuesta hasta las 12 de la mañana. Pero nunca es tarde para pisar Victoria Station.
Una vez realizado el check-in en el hotel, ha comenzado ese ritual, ya casi sagrado, en el cual saludamos y presentamos nuestros respetos a lo mas distinguido de esta ciudad. Cruce del Vauxhall Bridge, sede del MI6, paseo a la orilla del Támesis por Albert Embankment, y llegada a la primera y quizás más obligatoria de todas las paradas. Westminster Bridge. Las Houses of Parliament nos reciben con la magnificencia de siempre, y en su parte norte, esbelto, señorial, y más puntual que ninguno, la torre del Big Ben nos saluda y nos da la hora de una manera familiar, pero no menos espectacular. Tomamos Parliament Street, para continuar por White Hall hasta llegar al segundo punto clave, y uno de los preferidos de mi compañero de viaje. Traffalgar Square se presenta ante el viajero de manera suntuosa. Nelson, desde lo más alto de su pedestal, preside la plaza, custodiado por cuatro leones, y respaldado por la National Gallery. Seguimos nuestra ruta hasta Picadilly Circus. Uno de mis puntos favoritos. Es la metáfora de Londres hecha plaza. Lugar donde todo se compra y se vende,todo se anuncia a lo grande, convergen infinidad de calles,y de culturas, y desde dónde se puede llegar a cualquier sitio. Para mí, este es el corazón de Londres. Cumplida visita a Lilly Whites, con sus 100.000 camisetas de equipos ignotos, proseguimos paralelos a Regents Street para desembocar en Carnaby St. Calle comercial menos elitista de lo que creíamos, pero eminentemente londinense. Repostamos fuerzas en el Pret a Manger del final de la calle, ya que el día comenzó exageradamente pronto como ya comenté, y regresamos a The Mall, magestuosa avenida que une Picadilly Circus con Buckingham Palace. La lluvia nos ha acompañado incesante en esta parte del paseo. Pero al llegar a St. James Park, esa misma lluvia nos ha regalado un momento mágico en una ciudad mágica de por sí. Un precioso arcoiris surgió desde el London Eye para perderse en el cielo británico. Retomamos The Mall para llegar hasta Hyde Park a través de Green Park. Lástima no llegar un mes más tarde, para poder disfrutar de la feria navideña que hoy estaban montando. Por la orilla de The Serpentine, hemos seguido cruzando Hyde Park hasta entrar en Kensington Gardens. A la orilla de su lago, frente al Kensington Palace, hemos descansando las piernas y exprimido la mente, discutiendo acerca de ciencia y religión. Cualquier conversación entre Oskar y yo, y aunque está feo que lo diga,tiene nivel. Pero con ese marco de fondo...no tiene precio.
Desde ahí, ya con la noche acercándose, hemos puesto rumbo a Chelsea, a través del Albert Royal Hall, pasando por nuestro callejón secreto, para desembocar en Harrods. Templo del lujo, nos hemos permitido,gracias al bolsillo de mi travel partner,todo sea dicho, merendar a base de carne de búfalo curada. Una nueva experiencia que nos ofrece esta ciudad...como siempre.
Para acabar el día, visita obligada a Morphet Arms. Pinta de Youngs y de Bombardier con un conocido de Oskar, hombre afortunado que vive en esta bendita ciudad...y con muy buen nivel. Cierre perfecto a este larguísimo día, como he titulado...de reencuentro.
Tomorrow more...to be continued!!

domingo, 9 de noviembre de 2014

Scottish week, day 6. St. Andrews- Edinburgh

Amanece. Desde la ventana veo el Ness river y el Inverness Castle. Creo que podría acostumbrarme a esto. Pero hoy tocaba una buena kilometrada, por lo que rápido nos ponemos en marcha. Hay que atravesar el corazón de Escocia de norte a sur, para llegar hasta nuestro primer destino, St. Andrews. Tres horas acompañados de frondosos bosques y una persistente niebla. Esto también es Escocia, pero es otra Escocia. No son las Highlands. Sin embargo, este aire alpino, estos bosques plagados de abetos y atravesados por ríos caudalosos poseen su propio encanto. Dejamos atrás ciudades importantes, como Perth o Dundee. Finalmente llegamos a St. Andrews. Se respira elitismo en cada metro cuadrado del green del Old Course, campo de golf más antiguo del mundo, y en cada piedra de los colleges de la universidad. Pero también se respira encanto. La señorialidad del Royal and Ancient Club, primer club de golf, las vistas sobre la West Sand, playa inmortalizada en la famosa "Carros de Fuego"...Todos recordamos la escena de aquellos corredores con la música de Vangelis como banda sonora. Y probablemente lo más bello y sobrecogedor de St. Andrews, su catedral. Un conjunto de ruinas enmarcado en el cementerio de la ciudad, que, como testigo mudo, habla al viajero de la grandiosidad que vistió aquel lugar, y sin embargo, de cómo el tiempo y la desidia puede con la piedra más dura,si esta no se cuida. Una enorme catedral de la que solo quedan el muro exterior del ábside y una torre de la puerta principal, junto a los cimientos y las basas de las columnas que sustentaban tal templo, y algún muro del claustro. En cualquier caso,se vislumbra la enorme belleza que en algún momento poseyó ese templo.
Finalmente, continuamos ruta hasta la capital, donde comenzó esta aventura, y donde ahora escribo estas últimas líneas...en Escocia. Porque esto es un punto y seguido. Porque mañana aterrizaré en casa...mi querida Londres.
Pero hoy, no puedo más que agradecer a esta increíble tierra escocesa por todo lo que me llevo de aquí. Por las conversaciones con los lugareños junto a una pinta o un buen whisky. Por la naturaleza grandiosa, que no da un solo respiro al viajero, y que invita a pensar que cinco sentidos son pocos para admirarla. Por las horas de coche,conversación y risas compartidas con mi compañero de viaje, no podría imaginar uno mejor.
En fin...Escocia, esta bien si te la cuentan, pero hay que vivirla.
Ahora voy a apurar mi pinta en Scotsman.
Por supuesto...to be continued!! London calling!!!

sábado, 8 de noviembre de 2014

Scottish week, day 5. Loch Ness-Inverness.

Una vez más, el día comenzó con un diluvio que amenazaba con hacer algo más dura la jornada. Pequeñas bromas que nos gasta el cielo escocés. Las predicciones se cumplieron, y un precioso cielo nos ha acompañado en nuestra jornada de hoy, sin una sola gota en el camino, permitiéndonos el lujo de obviar los abrigos y olvidarlos en el asiento trasero del coche.
Tras un más que correcto desayuno, nos hemos despedido de Skye, con tristeza por la maravilla que dejamos, pero sin mirar atrás, porque siempre tenemos la vista al frente, a lo que aun nos queda por disfrutar.
Nos hemos reencontrado de nuevo hoy con Eilean Donan Castle. A la luz del día hemos podido admirar, ahora sí, toda la magia y belleza que evoca este lugar. Es el CASTILLO, con mayúsculas. Leyenda, historia y naturaleza se unen en esta maravilla medieval.
Después hemos seguido nuestro camino, rumbo a uno de los destinos más populares de este país. No podía ser otro lugar que el Lago Ness.
Urquhart Castle ha sido nuestro punto de referencia en este lago de más de 40 km de largo.
Nessie, ese legendario monstruo de menos de 100 años de "vida", es el reclamo internacional. Pero una vez más, llegados al lugar en cuestión, comprobamos que la realidad no supera, sino que patea a la ficción.
Este castillo encierra más de mil años de historia, desde que los pictos se asentaran en una colina a la orilla del lago, hasta que varios ataques ingleses acabaran por reducir el castillo a las ruinas que hoy podemos contemplar. En fin, historia viva, que rezuma de cada húmedo poro de esas rocas milenarias.
Por supuesto, no podíamos dejar de visitar a la estrella del lugar, el famoso monstruo del lago Ness, Nessie. Circo simpático para turistas y niños, poco más. Continuando por la orilla oeste del loch, hemos llegado hasta nuestro destino de hoy, Inverness. No albergábamos demasiadas expectativas acerca de esta ciudad, capital de las Highlands.
Tanto mejor, ya que la sorpresa no ha podido ser más grata. Un agradabilísimo paseo por las orillas del Ness River, hasta las islas del sur de la ciudad, en el crepúsculo, sumidas en una exuberante naturaleza dentro de la ciudad, ha servido para enamorarnos de esta norteña ciudad escocesa. Aires de ciudad  yankee, comunidad en la que todo el mundo se conoce, se respira tranquilidad y se disfruta de cada momento sin un ápice de prisa. Campos de fútbol a la orilla del río, perros que corretean felices, parejas que pasean...Difícil explicar, mejor cojan un vuelo a Edimburgo, alquilen un coche, crucen las Highlands y descubran este maravilloso rincón. Hoy acabamos el día temprano, mañana regresamos a la capital escocesa...
To be continued!

Scottish week, day 4. Isle of Skye

El día comenzó temprano. Una preciosa vista, sólo intuida ayer en la oscuridad, desde la ventana de la habitación, ha sido el anuncio de lo que estaba por venir. Tras un desayuno contundente, compuesto de zumo, huevos revueltos y bacon, para compensar la dieta obligada de ayer, hemos comenzado nuestro tour alrededor de esta maravilla que llaman Skye. La primera parada, a medio camino de la capital isleña, ha sido en un viejo puente, de aire medieval, situado en las barbas de las Red Cuillin, cadena montañosa que divide la isla en norte y sur. Las vistas...una vez más, difícil explicarlo con estas pobres letras. Continuando la ruta, hemos llegado a Portree, la ciudad, bueno, mejor dicho el pueblo, que hace las veces de capital en esta isla. Entre tan abrumante naturaleza, resulta complicado apreciar las virtudes de cualquier construcción humana, pero cabe destacar el innegable encanto del puerto, flanqueado por las casas coloreadas de los pescadores locales. Dejando atrás Portree, nos hemos acercado al Old Man of Storr, una impresionante formación rocosa que saluda al viajero desde las alturas, en nuestro camino hacia nuestra siguiente parada, Kilt Rock. En este punto, el loch escocés se funde con el Atlántico Norte en un espectacular salto hacia el vacío, en forma de preciosa cascada. Desde Kilt Rock hemos tomado un estrecho camino dirección a Uig, para a mitad de camino poder admirar una de las estampas más bellas de la isla, en lo alto de una de las miles de alturas que dominan todo el territorio. Desde aquí, ruta directa, por carreteras impracticables, cuyas dueñas, sin ningún genero de dudas, son las ovejas, a las que hay que ceder el paso quieras o no, hasta Nest Point. Este lugar sí que es imposible describirlo por escrito (aunque lo intentaré). Cabo situado al noroeste de la isla, desde aquí puedes mirar en cualquier dirección, dará igual, la naturaleza te sobrecogerá de igual modo. Hacia el sur, majestuosas montañas que mueren directamente en el mar. Al oeste y al norte, las Hébridas exteriores se recortan en el horizonte. Al este, los pastos donde pacen las ovejas escocesas, cuya tranquilidad sólo es perturbada por algún que otro turista atrevido que decide llegar hasta este remoto lugar. Lugar perfecto para reponer fuerzas y seguir en busca de nuestro premio final. En Carbost, al oeste de Skye, encontramos la Talisker Distillery. El oro líquido escocés, whisky, por supuesto, nace en este lugar de manera distinta. Lamentablemente no hemos podido catarlo en la propia destilería, por lo que hemos retornado hasta nuestro punto de partida, desde donde escribo estas palabras.
Pero como mi buen amigo Oskar me apunta, en su aportación diaria a este cuaderno de viaje, en Escocia las mejores cosas se ven de día, y las mejores cosas se viven de noche. Saucy Mary's Lodge, mitad hotel, mitad pub, nos ha ofrecido esta noche un magnífico encuentro con otros dos viajeros en mitad de su propia aventura, que hoy se cruzó con la nuestra. Entre cervezas de la isla y whisky de la tierra, hemos conversado con un simpático holandés errante de 26 años, y su genial amigo escocés de 65 años, sobre fútbol,viajes, idiomas y mujeres. Se conocieron en un tren procedente de Edimburgo hace 3 días, hoy nos cruzamos los 4. La vida es viajar...y cruzarse con otros viajeros, y enriquecerse con ello.
Mañana dejaremos Skye, para visitar el feudo de Nessy,quizá el lugar más famoso de Escocia.
Pero hoy, también aconsejado por mi compañero de fatigas, quiero mostrar mi admiración por estas tierras mágicas, señoriales. Highlands de altas montañas, ríos innumerables, con espíritu puramente norteño, alejadas del ruido incesante de las tierras del sur de Escocia, de Edimburgo o Glasgow. Tierras con sabor a mar, a nieve, a humo y madera. Tierras con sabor a whisky.
Mañana, Loch Ness...

viernes, 7 de noviembre de 2014

Scottish week, day 3. Stirling, Highlands, llegada a Skye.

Hoy el día comenzó gris. Por dentro y por fuera. Algo no le sentó bien a mi estómago anoche, y esta mañana decidió salir por donde entró. Y el cielo gris, más acorde a las latitudes en las que nos encontramos, no nos ha dado ni un solo respiro en todo el día. Intuyo que esto es más Escocia, más auténtico que lo visto hasta ahora.
Tras un frugal desayuno, consistente en un simple zumo, hemos recogido el coche que nos ha de llevar a través de este pequeño, pero sin embargo grandioso país. Nuestro primer destino ha sido el monumento en honor a la figura más ilustre, destacada y sin duda, gracias a un tal Mel Gibson, famosa de este país. Me refiero al National Monument of William Wallace, Bravehearth para el común de la gente.
Una torre hermosa, coronando un monte frente a la ciudad de Stirling, nos ha regalado un bonito paseo, a través del espeso bosque, hasta culminar el corto (pero algo exigente) ascenso. Tras disfrutar de las vistas sobre los campos de batalla que tan famosos se hicieron en el cine, y que dieron su justa popularidad a Wallace, venciendo por primera vez a los "invasores" ingleses. Opiniones hay a gusto del consumidor. Tras abandonar tan distinguido lugar, nos hemos encaminado al otro monte destacado de Stirling, justo frente al ya descrito. En la cima de este se sitúa el castillo de Stirling, principal torre fortificada de Escocia, por suponer el control total sobre el puente que unía el sur del país con las Highlands. Las vistas, dominadas por la imponente figura del rey escocés Robert The Bruce, hacia el monumento de Wallace, nos han hecho imaginar por un momento el miedo, y sobre todo, la conmoción y confusión que debieron sentir los ingleses atrincherados en esa fortaleza, al ser aplastados por un ejercito encabezado por el hasta entonces desconocido Wallace.
Una vez cumplida la debida visita a un lugar tan importante históricamente, hemos comenzado nuestro periplo por el corazón de la región más renombrada (y no sin razón) de toda Escocia. Hablo, por supuesto,de las Highlands, las tierras altas, que fueron cuna de los highlanders, imponentes guerreros inspiradores de innumerables relatos. No podía ser de otra manera. Esta región es difícil describrirla exclusivamente con palabras. Majestuosos picos salpican todo el horizonte, y como si los hiriesen en su cima, sangran inagotables torrentes que caen ladera abajo, brindándonos imágenes que difícilmente olvidaremos, y que nuestras cámaras no logran captar en toda su belleza. Gracias, amigo Oskar, por la comparación, te la tomo prestada.
Tras atravesar las Glen Coe mountains, hemos llegado a Fort William, pequeña ciudad que descansa entre el borde del mar (aunque sea completamente imperceptible, ya que aquí el mar se disfraza de loch) y los pies del Ben Nevis, montaña más alta de todo el Reino Unido. Tras una rápida parada para reponer fuerzas, hemos continuado la ruta, deteniéndonos brevemente en el Commando Memorial, estatua que rinde culto a los escoceses caídos en algunos cuerpos que lucharon en la II Guerra Mundial. Desde ahí hemos podido intuir, más que ver realmente, la grandiosidad del Ben Nevis sumido en la niebla.
Más adelante, Loch Garry nos ha ofrecido una bonita (sin más) vista de un típico loch escocés.
Llegando a la última parte del viaje de hoy, nos hemos topado con una de las perlas más bellas de este país, el famoso castillo de "Los Inmortales", Eilean Donan Castle. La lluvia, el anochecer, la belleza del castillo...es sin duda un lugar especial. Pero le dedicaremos más tiempo más adelante. Finalmente, tras cruzar el Skye Bridge, hemos llegado a nuestro destino, Kyleakin, puerta de la isla de Skye. La guinda del día, cuando ya agonizaba, la ha puesto el mejor relaciones públicas que puedes llevar a cualquier viaje, don Oscar "the gentleman". Tras una cena extraligera, para remendar mi maltrecho estómago, ya andaba pensando en irme a la cama rápidamente, cuando mi jovial compañero se ha enfrascado en una genial conversación con un joven lugareño, acerca de la independencia de Escocia (say Yes, say No...). Esto ha desembocado en una cata express de un típico whisky escocés, una clase interesante sobre cómo ha de tomarse, diferenciando el Single del Mixed, un curioso debate sobre el deporte nacional escocés (algo impronunciable, similar al hockey), y la idea de éstos de que el fútbol es deporte de mujeres, y una enriquecedora lección de historia escocesa, acerca de, como no podía ser de otra manera hoy, las figuras de William Wallace y Robert The Bruce, archiconocido el primero, menoscabado fuera de estas fronteras el segundo, pero ambos igual de importantes para cualquier escocés que se precie. Por supuesto, también hemos hablado del megafamoso Kilt, la falda que se ha hecho famosa en el mundo entero. Dos datos, un uniforme completo de escocés, bueno,cuesta alrededor de 2000£. Y sí, muchos llevan underwear bajo ella.
Gran día hoy, mañana veremos que nos ofrece Skye...
To be continued...

jueves, 6 de noviembre de 2014

Scottish week, day 2. Edinburgh.

Hace poco menos de una hora, a traves de la ventana del pub donde he apurado los últimos tragos de mi pinta, veía fuegos artificiales en el cielo escocés.
Tal día como hoy,hace ya unos cuantos años, un tal Guy Fawkes quiso volar por los aires el parlamento inglés, le pillaron y le mataron. V de Vendetta, quizá les suene.
Y sí,contemplo extrañado como esta ciudad, otrora (o no tanto, si miramos al referéndum de hace 2 meses...) bastión de constantes luchas independentistas contra el imperio inglés, festeja fiesta tan británica.
Y después de esta reseña histórica, entramos en el día propiamente dicho. Amaneció brillante, con un cielo azul celeste (valga la redundancia) impropio de estas tierras. Tras solventar unas pequeñas cuestiones acerca de nuestro coche de alquiler, las cuales nos facilitarán bastante la vida mañana, hemos decidido comenzar la ruta por la New Town, a través de George St., no sin antes matar el hambre en nuestro querídisimo y reverenciado Pret A Manger. Tras recorrer brevemente esta zona más ostentosa, pero paradógicamente menos vistosa que la Old Town, nos hemos internado en Princess St., atravesando sus jardines, y llegando a la estatua de Sir Walter Scott, principal escritor escocés. Aquí hemos contemplado la primera sorpresa de tantas (espero) que nos deparará este viaje. Un cementerio en miniatura, colmado de cruces, lunas, estrellas o simplemente largueros de madera, tachonados con una amapola, en recuerdo a todos los caídos escoceses en las 45 guerras que han librado. Una mezcla de emoción, confusión y sobre todo, respeto, invaden a todo el que pase por ese lugar, o así debería ser.
Después de tan intenso momento, hemos cruzado hacia la Old Town para ver el Edimburgo de verdad, de vieja piedra, de closes, catedrales y castillos, de leyendas y de historia. Tomando la Royal Mile dirección norte, nos hemos detenido en la catedral de St. Gilles, bastante normal por fuera, una preciosidad en su interior. Tras deleitar la vista, y quien quiera o pueda, el espíritu, hemos continuado camino hasta el Edinburgh Castle. Como no podía ser de otro modo, domina toda la ciudad en todas direcciones, y se alza majestuoso en lo más alto de un viejo volcán extinto. Tras rendir honores a Sir William Wallace y el rey Robert the Bruce, hemos continuado nuestro camino a traves del Grass Market, para presentar nuestros respetos a otro héroe de la ciudad, el pequeño Bobby. Este perro vivió encima de la tumba de su dueño, vigilando día tras día su descanso eterno, hasta que la Parca también le reclamó para sí. Antes de parar a repostar fuerzas, una breve visita al National Museum of Scotland nos ha acercado un poco más a la Escocia medieval.
Tras degustar un extraño plato escocés, no del todo malo, tampoco del todo bueno (haggis le llaman, mezcla de pulmones, hígado y corazón de cordero), hemos retomado la Royal Mile direccion sur, hacia Holyrood, residencia oficial de la reina británica cuando decide subir al norte. Frente a este palacio, el parlamento escocés, edificio moderno y decepcionante como pocos en Edimburgo. Y tras él, los impresionantes riscos que conducen a Arthur sit.
Dejando atrás estos históricos lugares, hemos dirigido nuestros pasos, colina arriba, hasta lo más alto de Calton Hill, precioso mirador natural desde donde podemos encontrar las panorámicas más bellas de la ciudad. El sol ha puesto mucho de su parte, por qué no decirlo.
Por último, en pos de satisfacer mi lado filosófico, y mi compañero de fatigas, su insaciable lado futbolístico, hemos visitado la tumba de David Hume, en el Old Calton Cemetery, y tras un breve paseo, hemos admirado la dudosa belleza del Easter Stadium, casa del Hibernia Edinburgh, equipo de fútbol más afamado de la ciudad.
Tras esta última parada, regreso a la guarida para descansar, salida para cenar y pintear brevemente, y ahora, 0:20 horas, apagar la luz y dormir, que mañana atravesamos el corazón de las Highlands de parte a parte.
To be continued...

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Scotland Week, day 1. Llegada a Edinburgh.

00:29 horas. Central Youth Hostel, Leith Walk, Edinburgh.
Creo que este es buen lugar para inaugurar una nueva faceta de este blog tan variopinto en contenido y formas.
Comienzo este diario de viaje, primero de muchos (lástima no haber tenido esta idea anteriormente) con esta semana de ruta a través de las Highlands escocesas.
Amanecí temprano hoy, para lo habitual en mí cualquier día de asueto. Café habitual, repaso a la actualidad (lamentable) de nuestro panorama político-social, y por supuesto, enésimo repaso a las rutas y vídeos que la red ofrece acerca de Edimburgo.
Puntualmente (cosa extraña) fui recogido a las 13 horas por mi infatigable, irremplazable e inigualable compañero de fatigas, viajes y consejos de estado, para comenzar el pre-viaje rumbo a Barajas (usted me perdonará, señor Suárez...pero esto es y será Barajas...a secas). Despedidas y consejos de última hora, un par de autobuses, cafés y revistas pertinentes, y abordamos el Airbus que nos ha traído hasta la capital escocesa.
Un frío menos intenso de lo esperado, pero notable, y una ausencia de lluvia aun más notable, nos ha dado la bienvenida en el aeropuerto. Sin ninguna dificultad hemos encontrado la manera más rápida de llegar hasta el centro de la ciudad, y una vez despedidos del bus británico en Weaverly Station, hemos gestionado rápida y eficazmente nuestro check-in en el lugar donde ahora me encuentro escribiendo estas líneas.
Dejadas ya a buen recaudo las maletas, hemos dirigido nuestros pasos directos a la Royal Mile, para buscar de manera feroz un lugar donde calmar nuestra voracidad,y con algo de suerte, poder ver a nuestro Madrid, que aun desde la distancia, le seguimos allá donde vamos. Quizá la suerte, la paciencia, o por qué no decirlo, la experiencia en estas lides, nos ha llevado hasta el sitio idóneo. Pinta y cena por poco más de 7£, y el Real Madrid-Liverpool en la pantalla.
Qué mas podemos pedir.
Pues un ligero paseo por la Old Town para ir tomándo el pulso a esta legendaria ciudad, calentando motores en los alrededores de la catedral de St. Gilles, y finalizando en un precioso rincón llamado 'the Scotman'degustando un par de pintas de Ale beer escocesa.
Parece que la ruta comienza bien, mañana continuaremos...de verdad.

domingo, 26 de octubre de 2014

Otoño

Aunque no es la canción que hubiese querido escribir, entre apuntes de madrugada y acordes de domingo por la mañana, esta es la que ha salido...y probablemente así tenía que ser. 



"La esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena". Mis agradecimientos a quién me hizo comprender esto, y otras cosas, y a Sir Francis Bacon, por prestarme esta idea.
Porque prácticamente de cualquier cosa se puede extraer algo bueno y algo bello...Otoño.


Se conocieron una noche de verano,
una sonrisa, un tatuaje en una mano,
varias cervezas en aquel viejo portal,
noches sorpresa, una historia por contar.

Vencido el miedo, nada tenían que perder,
llegó el otoño y se volvieron a ver.
murieron hojas, de árboles, de calendarios,
nacieron vientos, sentimientos incendiarios.

Aquel otoño prometía algo que nunca llegó,
y poco a poco la evidencia le fue mostrando su error.
Y con el tiempo comprendió que aunque sea buen desayuno,
la esperanza por las noches no causa placer alguno.

Él decidió apostar, vencer al miedo,
ella intentó explicarle bien el juego,
El se negó a entender aquellas reglas,
no comprendió, prefirió jugar a ciegas.

Soñó con ser el sofá de su descanso,
curar sus miedos, vencer a su desencanto,
cambiar, quizá, el destino de su historia,
ganar, tal vez, un trocito en su memoria.

Aquel otoño prometía algo que nunca llegó,
y poco a poco la evidencia le fue mostrando su error.
Y con el tiempo comprendió que aunque sea buen desayuno,
la esperanza por las noches no causa placer alguno.

Al fin perdió, y aunque estaba sobre aviso,
siguió insistiendo, siguió haciendo lo que quiso.
Ahora da igual, ya no puede seguir siendo,
aquel idiota que sigue creyendo en cuentos.

Pero al final, ganó lo más importante,
la conoció, y quizás ya fue bastante.
Y disfrutó, de sus ojos, de su voz,
puede que el tiempo...traiga un otoño mejor.





domingo, 12 de octubre de 2014

Sobre la Honestidad y la Justicia

Esta noche necesito escribir. Puede ser que lo que tengo que decir no le interese a nadie. De hecho es lo más probable. Puede que este no sea el lugar más adecuado. Pero no conozco casi nada que sea tan terapéutico. Al menos para mí. Y quién sabe, quizás alguien lea esto, puede que incluso de manera casual, y se encuentre en una situación parecida, y le ayude, o le haga pensar...o me ayude a mí. Me da completamente igual, la verdad. Necesito escribirlo, y lo hago, y lo publico, porque me apetece.
Hoy he recibido un mensaje. Un mensaje que habla de futuro, del futuro de alguien. Un mensaje que habla de su futuro, y que me transporta, tan sólo por un instante, a mi pasado.
Un mensaje que no altera en nada mi yo más profundo, que no hace tambalear lo más mínimo mis sentimientos o estado de ánimo, al menos en lo sustancialmente importarte.
Pero es un mensaje que sí me hace plantearme determinadas cuestiones en la vida.
Últimamente ando inmerso en una pequeña (o quizá mediana, por qué no decirlo) crisis existencial, donde me asaltan dudas de carácter espiritual, vital y sentimental. Donde no encuentro mi sitio, donde dudo del rumbo que mi vida va tomando, donde sigo esperando muchas cosas. 
Algunas personas insisten en que quizás soy yo el que no se atreve a coger el timón, sino que, conformista de mí, me dejo arrastrar a la deriva. Otras afirman que todo es cuestión de paciencia, que tarde o temprano las cosas llegan, que quien merece algo, acaba obteniéndolo. 
El mensaje del que hablo, hoy, me hace dudar de ambas cuestiones. Me hace dudar de la justicia. No hablo de la justicia legal, hablo de la justicia "vital", por llamarla de algún modo. Eso que algunos llaman "justicia divina".
Me hace dudar de la existencia de esta justicia en la famosa ley "causa-efecto". En definitiva, me hace dudar de las bondades de la "ética", de la necesidad de vivir en base a una "moral", sobre todo, por la completa inexistencia de una recompensa tangible, más allá de la propia satisfacción del saber que hiciste lo correcto.
Comprobar que, aunque actuaste siempre de manera intachable, al cabo de los años, te miras las manos...y las tienes vacías.
Comprobar que quien actuó de manera despreciable, mintiendo, dañando y destruyendo, hoy tiene una recompensa nada acorde al justo castigo que debiera haber recibido...y que casi todo el mundo profetizó en pos de esa "justicia" que hoy considero completamente inexistente.
Por tanto, la verdadera pregunta que hoy me asalta es...¿sirve de algo ser honesto? 
El cuerpo ahora mismo me responde que no. Me pide vivir sin mirar demasiado al de al lado, me pide pasar por encima de quien sea, y como sea, porque, a tenor de la experiencia, es buena manera de lograr tus objetivos. Me seduce la idea de pensar que siendo ético, lo único que logras alcanzar es una gran frustración, y una mochila vacía de recompensas.
Por eso necesito escribir.
Por eso necesito recordarme, hoy que aún puedo, que mi particular Pepito Grillo sigue vivo. Que valores como la lealtad, la sinceridad o la honestidad son valiosos en sí mismos, y no por las retribuciones, a menudo tan amargas, que nos brindan a lo largo del camino. 
Por eso necesito publicarlo. 
Por eso necesito expresar a quien quiera leerlo, que es más valioso estar solo, y no haber hallado recompensa alguna, siempre que hayas vivido conforme a lo que consideras correcto.
Porque ya lo dijo un tal Miguel de Cervantes en su momento...
"La hermosura que se acompaña con la honestidad es hermosura, y la que no, no es más que un buen parecer"

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Y puede ser...

Esta canción la tenía guardada al fondo del cajón...¡y aún no se muy bien por qué! Habla de algo ya pasado, algo que ahora mismo queda bastante atrás, aunque sucediera hace no demasiado tiempo. Sin embargo habla de algo maravilloso, de un punto de inflexión en mi vida, de darme cuenta de que volvía a ser capaz de muchas cosas...y que merecía la pena seguir descubriendo mil cosas más. 

Casi por sorpresa, una noche de concierto
te vi por primera vez, soñaba estando despierto,
pero nunca es tarde, dicen, si la dicha es buena,
el concierto fue un desastre...pero mereció la pena.

Porque una casa cerrada, necesita abrir las puertas,
quitarle las telarañas, desechar las cosas viejas,
y cuando yo ya creía haber perdido las llaves,
entraste sin mi permiso, rompiendo mis ventanales.

Y puede ser que este camino
no lleve a ninguna parte,
y puede ser que no me atreva,
que jamás llegué a besarte,
pero da igual, eso no importa,
ahora sí tiene sentido,
que soy capaz, que puedo amar…
¡que por fin me siento vivo!
  
Meses después, en un lugar, pequeñito y escondido
Extrema y dura lo llaman, paraíso desconocido.
te volví a ver, te descubrí, comencé a verlo muy claro,
y sin querer, y sin saber…de ti me había enamorado.

Porque ya me había olvidado de este extraño sentimiento,
aprendí a vivir solito, sin princesas en mi cuento,
y una vez más me doy cuenta, de que estaba equivocado,
 que se puede ser feliz, que te quiero aquí a mi lado.

Y puede ser que este camino
no lleve a ninguna parte,
y puede ser que no me atreva,
que jamás llegué a besarte,
pero da igual, eso no importa,
ahora sí tiene sentido,
que soy capaz, que puedo amar…
¡que por fin me siento vivo!



miércoles, 17 de septiembre de 2014

El imaginador

No era distinto a los demás. Era alguien perfectamente normal, signifique lo que signifique esta palabra.
Malgastaba su vida en un ruin trabajo de ocho horas a precio irrisorio cada una de ellas.
Biengastaba el escaso tiempo libre en pasatiempos más o menos interesantes y relaciones más o menos valiosas.
Pero sólo había una cosa que realmente le llenaba, que ocupaba su mente, tanto en las horas ociosas como en las horas laboriosas.
Imaginar.
Su imaginación era una incansable trabajadora, era tenaz, era creativa, era meticulosa y perfeccionista, y…la gran mayoría de las veces, era inútil.
Gustaba de imaginar cosas grandes y pequeñas, oscuras y luminosas, profundas y superficiales, vanas y transcendentes.
Imaginaba canciones, cuentos, poemas y dibujos. Imaginaba personas, situaciones, principios y finales. Visualizaba mentalmente mil y una opciones ficticias, retorcía cada ilusión hasta radiografiar cada una de las múltiples caras de la moneda que siempre estaba lanzando al aire en su desenfrenada mente.
Imaginaba viajes, caminos y destinos, anécdotas intermedias y metas alcanzadas.
Cada día imaginaba más, cada día vivía menos en nuestra realidad, y se perdía más en la suya propia, realidad inventada, fantasía ilusoria que llenaba su mente y su reloj.
Pero un buen día, por supuesto de manera fortuita e inesperada, se topó de bruces con la realidad. Con la de verdad. La de carne y hueso, la que deja cicatrices.
Y de tanto haberse alejado de ella, de tanto haberse sumergido en su mundo irreal, imaginado, no supo qué hacer.
Huía de lo tangible, de lo real, por considerarlo gris, deprimente, a veces abrumador, desde luego, siempre triste y cansino. Viajaba a los rincones privados de su mente, y allí se arropaba del frío que le provocaba la rutina de cada día.
Aquella vez, sin embargo, una luz blanca, cegadora, y aterradoramente real, le desbordó los ojos, y quizá el resto de sentidos.
¿Se había equivocado? ¿La realidad podía vestir otros tonos distintos al de la ceniza de los cigarros que consumía, quizá precisamente por matar esos minutos eternos de desidia y molicie insufribles?
La confusión, como una tormenta imprevista, cubrió su escaso entendimiento, y el suelo se volvió tan inestable como un pequeño bote en medio de la tempestad.
El largo tiempo alejado del mundo de a pie le había oxidado, por dentro y por fuera.
Sintió miedo. Miedo ante la incertidumbre, miedo ante lo desconocido. Pero aún así decidió caminar. Decidió dar una oportunidad a esa realidad tan a menudo insoportable y soporífera, que en esa ocasión se había vestido de color, y había conseguido deslumbrar su abotargada capacidad de sentir…casi de respirar aire auténtico.
Cada paso que dio fue vacilante, temeroso, como el niño que aprende a caminar, o como el anciano que empieza a olvidar que algún día fue capaz de correr.
Incluso un día se atrevió a saltar, a zambullirse en esa nueva realidad sorprendente e incierta.
Quedó aún más confundido. ¿Lo había hecho bien? ¿Había errado completamente? No tenía ni idea. Simplemente se había atrevido. Lo que vendría después, nadie lo sabía.
Imaginaba mil continuaciones, mejores, peores, perfectas y también catastróficas. Imaginaba mil desenlaces, idílicos, terroríficos, insulsos…incluso imaginaba que no había desenlaces.
Sí, otra vez estaba imaginando. Alguien le había dicho que pensaba demasiado. Quizá fuese ese su don…o su condena, quien sabe. Pero no podía ser de otra manera.
Era un imaginador.
Sonó el teléfono, otro cliente demandaba su atención. Miró por la ventana, el cielo estaba gris. Pero quizá el gris no fuese tan malo…

Comenzó el otoño.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Un rayo, un as de picas, un corazón.

Era Septiembre.
Mes dual, contradicción de sentimientos, comienzo de cursos, final de vacaciones.
Precisamente ese día era el penúltimo de esas dos semanas con las que soñamos durante otras 50 al año. 
El verano agonizaba, la oficina asomaba las garras a la vuelta de la esquina. Sin embargo, en su memoria aun rondaba fresco el recuerdo del mar, las cervezas en el chiringuito, las partidas nocturnas de póker en la terraza del apartamento...
Apenas hacía una semana que había regresado a la capital, al sopor rutinario de aquel verano extraño, suave, tardío. 
De manera inexorable, la semana avanzaba, a grandes pasos, segando cada día sin ningún tipo de compasión.
Aquel sábado, por tanto, amaneció sin más expectativa que pasarlo de la manera más lenta posible, para alargar las horas tanto como fuese necesario, intentando alejar el lunes de la mente y del espíritu.
En su móvil, un trasiego constante de mensajes le recordaba que esa noche habría juerga. Unos días atrás, un buen amigo cumplió años, y tocaba celebrarlo.
Plan rutinario, cena, cervezas (siempre más de las que aconsejaría cualquier médico...o el sentido común), unas copas (también más de las aconsejables, para hígado y bolsillo), unos bailes, desayuno a deshora, y por supuesto, la consiguiente resaca dominguera pertinente.
El guión, por lo tanto, ya estaba escrito.
Nunca fue una persona extrovertida. Tampoco especialmente tímido. Siempre se mantenía dentro de los cánones de lo políticamente correcto, sin destacar, sin pasar absolutamente desapercibido.
El mundo nocturno, por lo tanto, no era su fuerte. Donde otros se mueven como pez en el agua, el se sentía expuesto, inestable, como un patinador inexperto sobre una pista de hielo recién alisada. Intentaba dar pasos cortos, seguros, nunca más allá de lo prudente, de lo aconsejable.
El guión se fue cumpliendo, llegaron las cervezas, llegó la cena, algunos tragos de brebajes gallegos, para calentar estómago, cabeza y corazón.
Y con el estómago, la cabeza, y sobre todo, el corazón caliente, comenzó la búsqueda de un destino para gastar la noche.
Madrid siempre ofrece mil y una opciones. Muchas de ellas se personifican en Sol, en forma de "relaciones públicas" que ofrecen mil y una ofertas, a cada cuál más extravagante.
Sin embargo, como dije, el guión ya estaba escrito, no necesitaba oferta alguna, ya conocía el lugar al que se dirigía perfectamente. O quizá no.
El destino irrumpió como un rayo para cambiar el guión de la noche. Uno de estos hombres-oferta les asaltó cual cuatrero en el lejano oeste (de Madrid). Bastaba que les ofreciesen una copa, un mojito y un chupito, por un precio razonable, para dejarse convencer, arriesgando el domingo, el estómago y un buen puñado de neuronas, bañadas en una horrible resaca garrafonera.
El sitio tenía un nombre profético. SMILE rezaba el cartel. Inevitablemente, un sonrisa afloró en su cara. Quizá vieja reminiscencia de la importancia de la obediencia en nuestra base educativa. Quizá una respuesta espontánea, una ventana abierta a lo imprevisible, una chispa adecuada, que prende una pequeña esperanza escondida en lo desconocido, en lo que está por venir. Quién sabe.
Para no faltar a la verdad, entró en aquel lugar sin más expectativas que "disfrutar" de una copa de calidad dudosa, de un mojito de aún más dudosa procedencia, y de un chupito excesivamente empalagoso, que le acercaba un pasito más a la frontera entre la sobriedad y la embriaguez...ese estado que a menudo se crítica con pasmosa facilidad (a veces justificada), pero que siempre deja un resquicio a lo no planeado.
Tras bromas varias, intentos (no se pueden calificar de otro modo) de bailes y unos cuantos tragos, el estado era el idóneo...para seguir intentando hacer algo parecido a bailar, seguir soltando chascarrillos propios de manada de "hombretones hechos y derechos", y sobre todo, seguir tomando tragos.
Es decir, seguir cumpliendo el guión al pie de la letra.
Sin embargo, esa noche la partida no quería jugarse en el orden establecido. No sabría decir ni cómo, ni cuándo, ni, sobre todo, por qué. Pero, en algún lugar de aquel polo negro de manga corta, tenía un As escondido, un As negro, con un símbolo difícil de definir, quizá entre el trébol y el diamante. Tenía un As de picas guardado, y lo puso en juego, quizá sin mucha maestría, y menos estilo. Quizá realmente no era ni siquiera un As, simplemente era un farol. Pero algunos dicen que las estadísticas están para romperse, y los complejos, para superarse.
La jugada había comenzado en los pies de dos buenos compañeros, que fueron los primeros en abrir fuego. Ellos si sabían (al menos, eso parecía) cómo moverse entre las oscuridades de cualquier garito.
Y él, detrás, aprovechando el surco, hizo camino, superó la distancia inabarcable que le suele separar de las novedades.
Contra toda lógica, y desde luego, contra todo pronóstico, el guión cambió. Se acabaron los tragos, las bromas de dudoso gusto y los intentos de no hacer demasiado el ridículo al ritmo del pachangueo de turno.
Sin darse cuenta, se encontraba sentado en el escalón del portal que estaba frente al SMILE, mirando unos ojos nuevos, no recuerdo bien si eran verdes, si recuerdo que eran bellos.
¿De qué hablaron? Da un poco igual. Hubo intimidades, penas y vergüenzas al descubierto, hubo alguna lágrima y muchas risas. Hubo cervezas de calle, de las de a un euro la lata, hubo humo de cigarros, camiones de basura y coches de policía.
Pero sobre todo, hubo algo más. Es difícil (casi imposible) describirlo. Pero nadie que hubiera estado allí lo negaría. Tres extraños que acaban de conocerse, como tres amigos de toda la vida, rememorando viejas penas, riendo por antiguas anécdotas, anhelando mejores futuros, aconsejando gratis y rápido, consumiendo la noche sin apenas darse cuenta. Lástima, porque quería que aquella noche no acabara nunca.
Se sintió abandonado de los compañeros de farra, miró el reloj, qué importaba. Estaba tan a gusto allí.
Compartieron gustos, intercambiaron desavenencias, se lanzaron bromas disfrazas de reproches profesionales, se contaron la vida en un minuto, y él deseo que cada minuto fuera una vida.
Pero todo se acaba, y una noche de verano, por lo general, antes de lo que nos gustaría.
Y ella se fue, acompañada de su amiga, de sonrisa y de lágrima adorables, con la melena rubia tras de sí, dejando la estela de un recuerdo que, una vez superada la madrugada, siembra la duda de saber si fue real, o un precioso fruto de una imaginación empapada en alcohol.

No pasó nada, podrían decir muchos, si estuvieron allí cerca aquella noche. No hubo besos, ni pasión desmedida, ni principios precoces y pasos atropellados. Porque a veces el error es acabar los principios, y principiar los finales. Sin embargo, pasó mucho, pensó él, sin que realmente pasase nada. Un paso más en el camino de vuelta, en la terapia de recuperación total, en ese proyecto tan complejo que algunos llaman felicidad. Porque a veces, la felicidad es simple. No, no es simple, la palabra más adecuada es "sencilla".

Y con esa sencillez se marchó él, subido –o sumido- en su propia nube, camino del tren, del que le llevaría de vuelta casa, y del que le lleva de viaje por el país de la vida, de las experiencias, de las casualidades, de los guiones no escritos. Soñando que quizás esa misma casualidad, esos mismos guiones no escritos, le lleven a bajarse en alguna estación donde la vuelva a ver, donde pueda volver a compartir un par de horas, un par de cervezas y un par de vidas.

Soñando con un corazón tatuado en la muñeca, encerrando un rayo que irrumpe en lo previsto, haciendo imprevisible lo planeado, y un as de picas, con el que apostar y tirarse un farol, para deshacer la certidumbre, para atreverse a resbalar o a hacer camino.

Soñando con una melena rubia, con unos ojos (quizás) verdes, con una noche improvisada.

Soñando, al fin y al cabo.

miércoles, 6 de agosto de 2014

No quiero caminar a solas

Mala costumbre es mentir...pero más feo aun es mentirse a uno mismo.
Y el tiempo coloca cada cosa en su sitio.
Por tanto, sabio es reconocer...y reconocerse. No mentiré, no dire que no he disfrutado de estos 4 años, de la libertad prácticamente absoluta, de hacer y deshacer a mi antojo, sin dar cuenta de nada a nadie.
Pero tampoco mentiré ahora. Siento que ese tiempo ya ha pasado, que ya he saciado mi apetito de libertad y soledad.
Mi espíritu (y mi cuerpo, por qué no decirlo) piden a gritos algo diferente. No algo...sino a alguien. Alguien a quien no conozco (o sí, quién sabe), alguien a quien espero, a quien anhelo...y tristemente, alguien que no llega.
Una amiga me ha dicho que esto es una canción de amor propio...yo prefiero verlo como una canción protesta...contra la soledad.
Porque no quiero caminar a solas...


Pienso, y a veces pienso demasiado,
solo quisiera, tenerte cerca, aquí a mi lado,
te echo de menos antes de haberte conocido,
echo de menos todo lo que aún no hemos vivido.


Siento, y a veces siento demasiado,
me siento solo, quizás perdido, quizá olvidado,
extraño abrazos, caricias que aún no he recibido,
besar tus labios, coger tus manos, soñar contigo…


Y quien pensó en este camino,
no lo hizo para caminarlo a solas,
y si alguien marca mi destino,
quizás se acuerde de mí de una vez por todas…
Que estoy cansado y harto de soñar,
que me esperas cada noche con mil besos,
quiero ya dejar de imaginar,
quiero calarme de ti, amor, hasta los huesos.



Creo, y a veces creo demasiado,
creo en fantasmas, creo en mis miedos, desenfrenados,
y apenas logro retenerlos,
darme un respiro, creer en mí, empezar de nuevo.


Amo, y a veces amo demasiado,
pero no temo morir por haber dado,
hasta el último aliento de mi vida,
por encontrarte, besarte, amarte, curar mi herida…

Y quien pensó en este camino,
no lo hizo para caminarlo a solas,
y si alguien marca mi destino,
quizás se acuerde de mí de una vez por todas…
Que estoy cansado y harto de soñar,
que me esperas cada noche con mil besos,
quiero ya dejar de imaginar,
quiero calarme de ti, amor, hasta los huesos

martes, 1 de abril de 2014

Abril de mariposas....

Hoy nace un nuevo Abril. Uno más...o no.
Quiero que sea un nuevo comienzo. Sí, el enésimo. ¿Y qué?. De momento, Marzo se fue dejando un poso dulce, muy dulce.
Un leve aleteo, que no sentía desde hacía...siglos. Quizá no sea tan leve. Sólo estoy seguro de que prácticamente no me acordaba de lo que se siente...pero ahora ha vuelto...y es real. El primero auténticamente real. En casi cuatro años.
Quizá sea un camino destinado a morir antes de empezar. O quizás sea el comienzo de un largo viaje.
No lo sé...nunca he sido un valiente. Siempre he temblado ante los comienzos. Siempre me ha aterrado dar el primer paso. Miedo a fracasar, supongo. Pero generalmente, siempre he vencido a ese miedo. Para estrellarme, la mayoría de las veces. Puede que esta sea una ocasión más para el siniestro...

Pero ahora se que vuelvo a ser capaz. Que estoy completamente restablecido. Que por fin puedo considerarme "dado de alta".

En fin, si has llegado hasta aquí, y todavía no sabes de qué estoy hablando...lo siento por ti.
Si desde el comienzo sabías a qué me refería...enhorabuena.

Sí...hablo de esa sensación...mariposas en las tripas...no se lo que durará...

Pero es primavera.