De sabios es reflexionar...



"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta", solía decirme. "Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos, no sabes hacia dónde te arrastrarán".

Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien

lunes, 27 de septiembre de 2010

Amor de nicotina

A ver cómo te cuento esto,
sin hacerte demasiado mal,
cuando tú siempre has estado dispuesto,
ahora te tratan como a un simple ilegal.
Pero lo siento, ya no puedo permitirlo,
no ha de pasar ni un solo día más,
esto se acaba, tendremos que admitirlo,
me voy, te dejo, no volveré jamás…







Y me convenzo, trato de repetirlo,
pero no puedo, si lo he intentado ya,
más de mi veces, y nunca conseguirlo,
has de marcharte, para no regresar,
y aunque me cueste, te tengo que dejar,
lo siento, cielo, no me vuelvas a llamar.

Llámame falso, escúpeme en la cara,
no tengo arreglo,¡ si es que te tengo aquí,
mientras escribo estos ingratos versos,
yo no te suelto, te tengo junto a mí!
Tantas historias hemos vivido,
estando juntos, de ti he aprendido,
junto a tu aroma, yo he crecido,
he sido alegre…y me entristecido.

Gracias cariño, siempre recordaré,
aquellas noches en las que te utilicé,
para calmarme y dormir la soledad,
para olvidarme y en tu sabor ahogar,
toda mi angustia, todo mi malestar,
y si no estabas…te buscaba en el bar.

Pero no niegues que yo también te amé,
y hasta mis labios recuerdan lo que fue,
aquellos besos que me quisiste dar,
nunca te dije que te fuera a olvidar,
y compartimos los mejores momentos,
un fin de año, un funeral, un casamiento,
junto a mi pecho siempre ibas tú conmigo,
en el verano, o dentro de mi abrigo,
y con los años tu podrás presumir,
que nunca nadie pudo jamás llegar,
tan dentro mía, y en mi pecho sentir,
tu dura huella, tu olor al respirar…

Bueno, amor mío, te voy dejando,
que mis dineros, me estás costando,
y aun no te has ido, y estoy llorando,
te echo de menos, no sabes cuánto.

Pero algún día me alegraré
de este momento, y olvidaré,
todo aquel tiempo que te necesitaba,
aquellos años de tos en la mañana,
aquellos años de humo en las paredes,
y el cenicero…quédatelo si quieres…




Esta canción se la dedico al mayor amor que he tenido en la vida...el tabaco, y me despido de él, se que dentro de muy poco nuestra relación se acabará, pero dicen que de bien nacido es ser agradecido, y esta canción es mi peculiar forma de darle las gracias por haber estado conmigo siempre, en los momentos más duros y en los más felices, aunque a veces me traicionaba y desaparecia, y tenía que ir a comprarle de nuevo al bar más cercano.

Adios, amigo mío.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La Plaza de San Nicolás

Plaza de San Nicolás, Granada
No se si seré original, pero de momento no conozco a nadie al que se le haya ocurrido la brillante idea de escribirle una carta a una plaza. Una plaza en la que tan solo pasé unos minutos de mi vida, pero una plaza que ya forma parte de mí. Sí, quizá se me está llendo la pelota, pero quería escribirle una carta a la Plaza de San Nicolás (de la cual me costó horrores aprenderme el nombre). Es una placita preciosa situada en el barrio granadino del Albaicín, y tiene las mejores vistas de la Alhambra y de Sierra Nevada detrás. Es un lugar que todo aquel visita Granada ha de pasar por él. Si vais, acordáos de mí, y de esa plaza, y preguntadle si le llegó mi carta, y decidle que algún día le cantaré esa carta allí mismo...


Y no se muy bien por qué,
te recuerdo en esta noche,
y no se muy bien por qué,
estoy lleno de reproches,
aunque miento si no digo,
que en tus muros fui feliz,
aunque miento si no digo,
que quiero regresar a ti.

Tan pequeñita, allí escondida,
en aquel barrio tan peculiar,
lugar de duende, rincón de arte,
lugar perfecto para soñar,
junto a la Alhambra, cuento viviente,
escucho a aquel gitano cantar,
miré a la luna, miré a sus ojos,
era cuanto podía desear.

Los dos subimos, poquito a poco,
los escalones de aquel lugar,
el Sacromonte, lugar distinto,
lleno de cuevas donde enterrar,
lo que ahora queda de aquellos días,
recuerdos vivos, que han de quemar,
aquellos días, Sierra Nevada,
último puerto donde atracar.
Preciosa plaza, junto a mi pecho,
toda mi vida te he de llevar,
en ti vivimos aquellos ratos,
últimos besos que disfrutar,
y yo te juro que algún buen día,
con mi guitarra he de regresar,
a recordarte aquellos momentos,
y junto a la Alhambra poder cantar.

Bueno pequeña, ya me despido,
dentro de un tiempo yo te iré a ver,
sólo que solo, no acompañado,
las cosas ya no son igual que ayer,
te contaré junto a mis acordes,
que aquella que iba junto a mí,
dejo su amor en aquellas calles,
quiso volar y yo la perdí.
Dale recuerdos a aquel proscrito,
que junto al río se ha de arrastrar,
aquel paseo, sitio maldito,
que mi destino a él quiso amarrar,
y aunque he luchado a brazo partido,
él lleva todas las de ganar,
¿no le conoces, tan presumido?,
Yo te lo muestro, tu has de escuchar.

Que junto al río, al pie de la Alhambra,
en el Albaicín tengo mi lugar,
tengo una calle, lleva mi nombre,
y el de tantos que han de soñar,
con lo pasado, lo que tuvieron,
lo que ahora aprenden a valorar,
es el Paseo de los Tristes,
bonito nombre para olvidar.
Bueno plazuela, lugar de ensueño,
cuida del barrio y del mirador,
gracias por todo lo que he vivido,
junto a tus calles y tu calor,
dale por mí gracias a Granada,
que ella te guarda en su interior,
muy pronto volveremos a vernos,
vuelve a mis sueños junto a su amor.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cortadme la cabeza

Esta canción es una despedida. Una despedida que sé que todavía no puedo afrontar, pero que sin duda tengo que hacer realidad, más tarde o más temprano. Una despedida de todo aquello que viví, que sentí, que siento y que, no se durante cuanto tiempo más, sentiré. A veces queremos probar nuestras fuerzas, pensando que somos más fuertes de lo que realmente somos. Qué fácil es equivocarse, y qué duro es besar de nuevo el suelo. Desandar lo andado, desaprender lo aprendido, para poder volver a andar, para poder seguir aprendiendo.


Cuando el humo se va, todo queda vacío,
y la noche ha pasado, pero me encuentro perdido,
mis pulmones recuerdan, los dejé malheridos,
de tanto fumar, para encontrar el olvido.

Las cenizas aun arden, me creía muy fuerte,
pero he descubierto, por desgracia o por suerte,
que no soy ese tipo tan seguro y extraño,
que aun la sigo buscando, a costa de hacerme daño.

Cortadme la cabeza, no quiero recordar,
quiero tirar pa´lante, quiero desconectar,
de este puto pasado, que no me deja andar,
quiero seguir viviendo, sin tener que fumar…

Pero es que tanto pesa, tantos años vividos,
tanta lágrima seca, tantas horas dormido,
perdiéndome en el sueño, en el que aun no te has ido,
y otra vez despertar, afrontar lo sucedido.

Entre vino y caladas, busqué un oasis tranquilo,
donde poder descansar, donde enterrar mis sentidos,
pero regresas tan bella, tan normal y perfecta,
y otra vez a soplar, queriendo apagar la mecha.

Son tantas las virtudes, y tan pocos los vicios,
¿cómo podré olvidarte, sin sacarme de quicio?
Y es que hoy he vuelto a verte, y casi sin querer,
queriendo no quererte, he vuelto a caer.

Cortadme la cabeza, no quiero recordar,
quiero tirar pa´lante, quiero desconectar,
de este puto pasado, que no me deja andar,
quiero seguir viviendo, sin tener que fumar.

Pero es que tanto pesa, tantos años vividos,
tanta lágrima seca, tantas horas dormido,
perdiéndome en el sueño, en el que aun no te has ido,
y otra vez despertar, afrontar lo sucedido.

Y supongo que ahora, tendré que volver a empezar,
desandar lo caminado, y buscar otro lugar,
donde esconderme del fuego, donde esconderme de ti,
porque he luchado y no puedo, porque contigo aprendí,

y ahora tengo que intentarlo, tengo que desaprender,
pero contigo a mi lado, me siento incapaz de ver,
no volveré a la refriega, volví a aprender la lección,
no mediré más mis fuerzas, las guardaré en un cajón,

porque ahora he visto, con miedo, que conté mal al pesar,
creyendo que me sobraban, no tengo ni pa´ empezar,
y entre humo y tragos de whisky, no puedo esconderme más,
tengo que andar mi camino, me tengo que levantar.

Cortadme la cabeza, no quiero recordar,
quiero tirar pa´lante, quiero desconectar,
de este puto pasado, que no me deja andar,
quiero seguir viviendo, sin tener que fumar.
Pero es que tanto pesa, tantos años vividos,
tanta lágrima seca, tantas horas dormido,
perdiéndome en el sueño, en el que aun no te has ido,
y otra vez despertar, afrontar lo sucedido.

De todas formas te envidio, porque lograste dejar,
esas huellas imborrables, siempre me acompañarán,
yo acaso dejé unos hilos, algunos trazos sin más,
que sin demasiado esfuerzo, pronto se te olvidarán.

Adiós, mi vida, mi niña, no quiero pero es que ya,
debo elegir mi camino, y es que no puedo luchar,
por ignorar lo que siento, siempre que te vuelvo a ver,
mejor no verte, lo siento, quiero dejar de perder.

Cortadme la cabeza, no quiero recordar,
quiero tirar pa´lante, quiero desconectar,
de este puto pasado, que no me deja andar,
quiero seguir viviendo, sin tener que fumar.

Pero es que tanto pesa, tantos años vividos,
tanta lágrima seca, tantas horas dormido,
perdiéndome en el sueño, en el que aun no te has ido,
y otra vez despertar, afrontar lo sucedido.

jueves, 2 de septiembre de 2010

The end...again

Era Septiembre. Primero de Septiembre. Aun yacía caliente el cadáver de Agosto. Sin embargo, el tiempo, que no entiende de treguas ni cambios paulatinos, anunciaba la llegada prematura del otoño, que llegaba casi sin avisar, sin llamar a la puerta, con un día cerrado a cal y canto por el gris perla de un cielo a punto de derrumbarse a cada minuto, aunque, con aires bromistas, sólo abría el grifo en el momento preciso en el que tienes que salir a la calle a solventar cualquier banal recado, como comprar una barra de pan o tirar la basura a la vuelta de la esquina, para, al volver a casa, tener que observar desde la ventana como la lluvia incesante que te ha obligado a sacar a pasear el paraguas cesa sin motivo alguno, y sospechas que alguien ahí arriba se está riendo de ti.
Como decía, era Septiembre, y el día era tormentoso. Tormentoso en todos los sentidos. La noche anterior, como ya se estaba convirtiendo en costumbre, se alargó hasta horas innecesarias e indecentes, motivada por una burda película, una burda conversación o simplemente por la esquivez de ese tal Morfeo, que no hace buenas migas con la incesante actividad estéril que bulle en mi cabeza la mayoría de las noches. Por tanto, ese primero de Septiembre despertó para mí mucho más tarde que para el resto de los mortales que saben como aprovechar su tiempo. Mirando el reloj, entre legañas, bostezos y el olor del último cigarro mal apagado en el cenicero la noche anterior, atisbé a divisar la aguja más alta señalando la una. Del mediodía, supuse. El olor a comida que llegaba de la cocina resolvió mi desfase horario.
Tormentoso decía, porque comenzaba la jornada entre truenos y lluvias, y porque, muy cansinamente, me disponía a recorrer otro día insulso y poco motivador, que hacía del camino que separa mi cama del aseo un camino interminable. Como si de un robot se tratase, me dispuse a seguir las rutinas diarias de rigor, no faltando a ninguna, y no prestando atención a ninguna de ellas: los buenos días de rigor, la mirada por la ventana "matinal" (si es decente llamar matinal a la una de la tarde), el vistazo a la olla que hervía en el fuego con mi comida reconvertida en desayuno, y el camino a mi destino definitivo de tantos y tantos días, el ordenador.
Por no cansarte, querido lector, con mi anodino día, sólo diré que la tarde transcurrió entre películas, humo de cigarros, miradas aburridas por la ventana y partidas poco motivadoras con la videoconsola.
Sin embargo, también como cada día, se acercaba el momento.
El final del día, el instante en el cual una pequeña chispa daba sentido a toda la molicie de la jornada transcurrida. Una llamada, y mi viejo amigo me recogería en la puerta de casa, como si de ese salvador que viene a liberarte de la cárcel se tratase.
¿Para llevarme a dónde? A ese pequeño paraíso que sólo los más pequeños saben construir para que los que nos pensamos mayores podamos disfrutar de él. Y pensar que somos nosotros los que cuidamos de ellos...cuán ilusos somos...
Un rato de juego, una cena reconvertida en peleas, amenazas divertidas, risas y bromas. Un hasta mañana mal pronunciado desde los brazos de ese viejo amigo.
Y una petición.
Quería un beso de "Tote" antes de irse a dormir.
Tan sólo un segundo, tan sólo una chispa de sol en ese día de tormenta.
Y el día terminó, otra vez.
Y sin darme cuenta, el verano también terminaba, otra vez.
Pero era feliz, durante ese pequeño instante y el periodo de tiempo que dura la estela de una estrella fugaz en el cielo, era feliz.
Gracias, pequeño.