Sienta bien no madrugar. Aunque se extrañe la cama, la almohada y el colchón. Así que sin madrugar del todo, y sin descansar tampoco del todo, comenzamos el día testando el metro de Bruselas, y comprobando que el nuestro...gana cualquier comparación , al menos contra los europeos que conozco. Pese a lo viejo y maloliente de los vagones, llegamos a la turistada del viaje. Un átomo de hierro, ampliado chorrocientas billones de veces, construido para la Expo de 1958 (según Wikipedia, of course). El Atomium. Impresiona, para qué negarlo. De allí, otra vez en metro, esta vez a la otra punta de la ciudad, para contemplar con nuestros propios ojos esos lugares que tanto oímos en la televisión, y cada vez tenemos menos claro para qué sirven. Dícese de Comisión Europea, Consejo Europeo, Parlamento Europeo...todo muy europeo y mucho europeo. Interesante, pero no bonito. Últimos pasos en la capital belga, entre palacios y museos, y tren para viajar a otra ciudad...o incluso a otra realidad. Brujas, Brugge, Brugse. Da igual el idioma. Es viajar en el tiempo, es trasladarse a un cuento de los Hermanos Grimm, es retroceder a la Edad Media. Y ya había anochecido. Perfecto para disfrutar de la Navidad mágica por estos lares. Pero dejando entrever que mañana, a la luz del sol (por fin dejó de llover!), este rinconcito belga tiene muchísimo más que darnos. Ahora, a reposar piernas y pestañas.
De sabios es reflexionar...
Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien
domingo, 9 de diciembre de 2018
Flandes. Día 2. De Europa a un cuento medieval.
Sienta bien no madrugar. Aunque se extrañe la cama, la almohada y el colchón. Así que sin madrugar del todo, y sin descansar tampoco del todo, comenzamos el día testando el metro de Bruselas, y comprobando que el nuestro...gana cualquier comparación , al menos contra los europeos que conozco. Pese a lo viejo y maloliente de los vagones, llegamos a la turistada del viaje. Un átomo de hierro, ampliado chorrocientas billones de veces, construido para la Expo de 1958 (según Wikipedia, of course). El Atomium. Impresiona, para qué negarlo. De allí, otra vez en metro, esta vez a la otra punta de la ciudad, para contemplar con nuestros propios ojos esos lugares que tanto oímos en la televisión, y cada vez tenemos menos claro para qué sirven. Dícese de Comisión Europea, Consejo Europeo, Parlamento Europeo...todo muy europeo y mucho europeo. Interesante, pero no bonito. Últimos pasos en la capital belga, entre palacios y museos, y tren para viajar a otra ciudad...o incluso a otra realidad. Brujas, Brugge, Brugse. Da igual el idioma. Es viajar en el tiempo, es trasladarse a un cuento de los Hermanos Grimm, es retroceder a la Edad Media. Y ya había anochecido. Perfecto para disfrutar de la Navidad mágica por estos lares. Pero dejando entrever que mañana, a la luz del sol (por fin dejó de llover!), este rinconcito belga tiene muchísimo más que darnos. Ahora, a reposar piernas y pestañas.
Etiquetas:
Diarios de viaje
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario