De sabios es reflexionar...



"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta", solía decirme. "Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos, no sabes hacia dónde te arrastrarán".

Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien

lunes, 26 de octubre de 2015

Roma-Firenze Oct. 2015. Día 2. Casa di Dio.

Si Dios tiene una casa en la Tierra, ha de ser esta, no me cabe duda.
Hoy comencé la andadura pronto, pero no mucho, a las 8:30 ponía rumbo Vaticano. Una hora de paseo a través de esta ciudad malvada, que intenta hacer que te detengas a cada paso para inmortalizar alguna estampa, ya sea en foto o en la retina, y he llegado a la primera parada del día, Ponte Sant' Angelo.  Custodiado a cada lado por figuras de ángeles que le dan nombre, desemboca en el castillo homónimo, Castelo Sant'Angelo. Impresionante fortaleza circular, coronada por San Miguel espada en mano, impresionaría mucho más si no estuviera tan cerca de mi destino hoy. Desde el propio puente se adivina la Via della Conciliazione, y al final de ella, la Plaza de San Pedro, presidida por la Basílica del mismo apóstol. La mirada se desvía involuntariamente hacia la enorme cúpula, haciendo menos caso del debido al citado castillo. Pasos impacientes como de niño que va al parque de atracciones me han llevado hasta un nuevo país, el Vaticano. Eran las 10 de la mañana. Aun me duele la mandíbula, no he podido cerrar la boca hasta un par de horas después de haberme ido de allí. Faltan palabras para describir la grandeza, grandiosidad, espectacularidad, belleza, armonía, y así podría estar una hora, de este lugar. He hecho una media hora de cola para acceder a la basílica...y se me ha pasado en un suspiro admirando las columnatas, las estatuas, las fuentes, la fachada...¡todo! La espera también se ha hecho más amena al coincidir mi viaje con la peregrinación mundial del Pueblo Gitano al Vaticano. No, no es una broma, y adjunto la prueba http://es.radiovaticana.va/news/2015/10/22/un_gran_número_de_fieles_del_pueblo_gitano_llegan_a_roma_y_s/1181164 .
La primera atracción ha sido subir a lo alto de la cúpula. Dos opciones para superar los 551 escalones que me separaban de ella: 8 euros y ahorrarme unos 200 escalones en ascensor, 6 euros y subirlos todo a pie. La segunda, por supuesto. Dos euros más para gastar en helados. Una vez escalada esta subida infernal (pero celestial), las vistas son de las que se guardan para siempre en la memoria. Roma entera a mis pies si miraba al este, el pequeño Vaticano si volvía la vista al oeste. Sensación de vértigo, de pequeñez y a la vez de grandeza.
Descenso vertiginoso, y directo a la segunda atracción, la Basílica de San Pedro. Las dimensiones de este sitio son inabarcables. Mire donde mire, todo son detalles, arreglos, adornos y remates, y todos hechos con suma perfección. Pero hay tres obras que brillan con especial luz. La Piedad, de Miguel Ángel, en la primera capilla de la nave derecha, atrae la atención antes de dejarse ver. Es bella por sobria y por perfecta. Contrasta por tanto con el desmedido barroquismo de las otras dos luces, ambas, igual que la propia plaza, obras de Bernini. La primera es el Baldaquino, que se eleva sobre la tumba del apostol. La otra es la Cátedra de éste, en el ábside, al fondo de la basílica. Dicen que bajo todo el bronce barroco aun está la silla de madera que empleó Pedro. En cualquier caso, ambos monumentos son guindas perfectas al pastel vaticano. Tras unos pedazos de pizza al taglio, tercera atracción del día. Museos Vaticanos. Un dato para describir qué pueden encerrar estas estancias: entré a las 13:30. He salido a las 17:30. Y porque las piernas me decían que ya era suficiente. Escultura, pintura, historia, curiosidades...todo tiene cabida en este lugar. Pinturas de algunos señores como Rafael, Caravaggio, Tiziano o Leonardo da Vinci, momias del antiguo Egipto, una camiseta firmada por dios (Maradona, no se asusten) e incluso un volante de un Ferrari F1. Y la joya de la corona. La Capilla Sixtina. Lástima que esté tan masificada. El lugar respira arte e historia a partes iguales. Concilios y frescos, tanto la obra de Miguel Ángel como las elecciones papales que han tenido lugar en esa sala, hacen que me sienta en uno de los epicentros de la Historia. Cuando he salido por las puertas de los museos, he sentido esa sensación de tristeza del niño que se va del parque de atracciones. Me he ido a reposar las penas a la Plaza de San Pedro, viendo anochecer sobre la basílica, haciéndola la noche más bella si cabe.
Y regreso a Termini, a descansar, redescubriendo la ciudad sin el sol,cenando unos verdaderos tagliatelle alla carbonara en Piazza Navona (absolutamente nada que ver con los que comemos en España).
Mañana toca coger el tren, mañana no hay Roma.
Buona sera!

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