De sabios es reflexionar...



"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta", solía decirme. "Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos, no sabes hacia dónde te arrastrarán".

Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien

miércoles, 28 de octubre de 2015

Roma-Firenze Oct. 2015. Día 4. Mucho más que piedras.

Las piernas ya pesan toneladas. Hoy no era día para madrugar, aun así, las 9 llegaron demasiado pronto. En cualquier caso, el último regalo sin abrir de este viaje me estaba esperando, al final de la Via Cavour...desde hace 2000 años. He comenzado mi viaje a través del tiempo en el arco de Tito, puerta de entrada a los Foros Imperiales, para ir descubriendo, paso a paso, a traves de la Via Sacra, todas las maravillas conservadas en este valle que separa el Campidoglio del Colosseo. La Basilica de Magencio, el templo de Vesta y la casa de sus Vestales, el templo de Antonino y Faustina, lamentablemente reutilizado en iglesia barroca, pero afortunadamente también, ya que ello propició que se conservase mejor, la basílica Giulia (del señor Julio César) o la basilica Emilia, y al final el arco de Septimio Severo. En fin...pasear por la cuna donde nació gran parte de lo que somos, imaginar gente en peplum y togas sujetas con el antebrazo, hablar todos en latín...un sitio donde cada piedra transpira historia. Ajustado por la hora de visita al Coliseo, he paseado por el laberinto del Palatino, bastante peor conservado que los foros,donde cuesta imaginar qué hubo allí mucho más. Triste, pues esta colina Palatina es realmente la cuna de Roma, donde comenzó todo lo que llegaría a ser un imperio. Y finalmente, el Anfiteatro Flavio. Comúnmente conocido como Coliseo, por el Coloso enorme de Neron erigido en su lado noroeste. A poco que le pongamos algo de imaginación aderezada por Hollywood, podemos escuchar rugir a las fieras, entrechocar las espadas de los gladiadores y gritar agonizando a los sentenciados. Una sola pega...demasiada gente.
Una vez exprimidos los encantos de la antigua Roma, toda la tarde por delante sin nada concreto que visitar. Comenzar con el Moisés de Miguel Ángel en San Pietro in Vincoli no está nada mal. Y un capuccino en la cafetería del altar de la patria en Piazza Venezia también es buena manera de hacer sobremesa, sin duda. De ahí, he seguido el Corso Vittorio Emanuele II, para ir haciendo paradas en otras iglesias con encanto. La primera, El Gesú, donde reposa San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas. La segunda, por motivos personales que no vienen al caso, la Chiesa Nuova o Santa Maria in Vallicella, cuna del Oratorio de San Felipe Neri, y tumba de éste.
Tras anochecerme en esta última, he cruzado el Tiber por Ponte Sant'Angelo, para ir rumbo norte y descubrir el espectacular Palacio de Justicia de Roma. Y finalmente, regreso por mi querida Piazza Navona, Fontana de Trevi (ya no tiene ningún andamio, la abrirán en breve...!tendré que volver a verla!) y Via del Tritone...a Termini. Esto se termina...pero me queda una mañana y poco más. ¡A descansar ahora!

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