De sabios es reflexionar...



"Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta", solía decirme. "Vas hacia el Camino, y si no cuidas tus pasos, no sabes hacia dónde te arrastrarán".

Frodo Bolsón, citando a su tío Bilbo.
El Señor de los Anillos. J.R.R. Tolkien

domingo, 25 de octubre de 2015

Roma-Firenze Oct. 2015. Día 1. Plazas, fuentes...Roma.

El día ha comenzado muy pronto. Aun no era tal de hecho, la noche cerrada no ha abierto hasta mitad de vuelo. Esta vez el destino es... Roma, La Ciudad Eterna.
Nada destacable del viaje, salvo decir que Ryanair se ha adelantado 20 minutos sobre la hora prevista, oh sorpresa.
Hecho el check-in de rigor en mi hotel-hostal-casa compartida, primera sorpresa, muy agradable. Pese a que el edificio se cae a pedazos, tengo una habitacion enorme, una cama enorme y un wifi más que aceptable. No pido más.
Al lío, que me lío, valga la redundancia. Hoy ha sido una jornada de toma de contacto, de sopesar al rival y ver sus carencias y sus puntos fuertes. Anticipo...el rival es potentísimo. La primera parada me ha llevado a una de las incontables obras que un genio llamado Bernini dejó en esta maravillosa ciudad. El Éxtasis de Santa Teresa (la nuestra, la de Ávila), bien puede dejar en idéntico estado al que la contempla. No he podido más que seguir los pasos de este genio hasta piazza Barberini, donde el Tritón bebe incesante sostenido por delfines. Siguiendo la Via V. Veneto, escenario que un tal Fellini inmortalizó en La Dolce Vita, he descubierto una maravilla poco conocida, o al menos no bien ponderada. Villa Borghese, pulmón verde al norte del norte romano, esconde sorpresas tales como una fiel recreacion del Globe shakesperiano...y unas vistas increíbles sobre la piazza del Poppolo y la inmensidad de cúpulas y campanarios romanos, dominados todos bajo la única de las cúpulas que, curiosamente, no es romana. San Pedro vigila cada punto de la ciudad desde más allá de la frontera vaticana.
La via del Babuino (curioso nombre, tendré que investigar el origen) me ha llevado desde la piazza del Poppolo y sus gemelas iglesias hasta la Scalinata di Spagna. Pequeña decepción, ya que está en obras (como una tercera parte de toda esta bendita ciudad), y la gente no abarrotaba sus infinitos escalones, llenándola de lo que imagino la hace especial...vida. Callejeando por via dei Condotti y Corso, admirando la Colonna de Marco Aurelio, he desembocado en la archifamosa Fontana de Trevi. Segunda pequeña decepción. Seguro que ya adivináis por qué. Está en obras, por supuesto.
Ni moneda, ni ná de ná. La fachada es sublime, eso no se puede dudar, pero si la gente hace especial Piazza Spagna, el rumor del agua hace especial Fontana di Trevi...y hoy no hubo agua. A partir de aquí, la Roma auténtica y moderna (comparada con la antigua, la de los emperadores). Callejeo hasta Piazza della Rotonda, para regatear por un selfie-stick (complemento perfecto viajando solo) y abrumarme con el Panteon de Agrippa. Enormidad, Historia (con mayúscula), Belleza y Grandiosidad. Es el edificio de la Roma antigua que mejor se conserva, y ya le contemplan 2000 años. El oculo gigantesco que se abre en la bóveda vigila incensante los ojos del Inferno que se abren en el suelo. Sublime. Y más sublime aún mi siguiente parada, Piazza Navona. Lo que fue un circo en tiempos, ahora es, a mi parecer por lo visto de momento, la plaza más bella de Roma. La fuente de los cuatro ríos (Bernini, por supuesto), la iglesia de Santa Agnes, la luz, el olor a café, el ruido del agua y la gente...lugar especial sin duda. En competencia, pero sin llegar a la altura, Campo di Fiori es otra recoleta plaza de la judería romana que acoge al viajero con espiritu italiano, dulce...pero con mucha espuma, como el Capuccino que he disfrutado en ella. Desde ahí, he cruzado el Tíber para callejear por el barrio Trastevere. Gran sorpresa del día. Calles antiguas, típicamente italianas, adornos florales en cada esquina, músicos callejeros cada 100 metros...aire bohemio y romano a la vez. Una maravilla. Para acabar el día, he vuelto a cruzar el Tiber, haciendo parada obligatoria en la turistada de turno...La Boca de la Vérita. Famosa tapa de alcantarilla de tiempos imperiales, afortunadamente no me ha mordido la mano. Pero la cola de media hora me la he chupado. Gustosamente, por qué no decirlo, también se viene a turistear como un guiri más. De ahí, paseo por lo que fue el Circo Maximo, lugar de disfrute canino actualmente, pero si dejas volar la imaginación...ver rodar las cuadrigas en él tuvo que ser sobrecogedor. Breve visita al Campidoglio y la Piazza Venezia, paseo por los foros...y último sabor agridulce del día...el Coliseo. Efectivamente. También en obras. Pero aun así...impactante, muy bello a la noche...y dejándome con muchas ganas de exprimirlo a la luz del sol. Pero eso será otro día...Hoy lo he cerrado degustando una cerveza típicamente...irlandesa (Kilkenny) gracias a la recomendación de la media parte que me falta en este viaje (te extraño amigo!!). Ahora a descansar...que mañana tengo una cita espiritual con El Jefe...¡hasta mañana!

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